
19 de agosto de 2025 a las 12:50
Protege la magia Wixárika
La inscripción de la Ruta Wixárika en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO no solo representa un triunfo para México, sino un acto de justicia histórica para el pueblo Wixárika. Tras más de tres décadas de esfuerzos para consensuar y elaborar el expediente técnico, este reconocimiento internacional valida la profunda conexión espiritual y cultural que este pueblo mantiene con su territorio sagrado. Recorrer los más de 500 kilómetros de la ruta, que atraviesa cinco estados de la República Mexicana, no es un simple viaje, sino una peregrinación vital para la cosmovisión Wixárika. Es un diálogo con sus dioses, una búsqueda de trascendencia y una forma de afrontar los desafíos económicos, sociales, culturales y ambientales que les afectan directamente.
Wirikuta, el destino final de esta peregrinación, es mucho más que un lugar geográfico. Es la "tierra sagrada colosal" donde, según Fernando Benítez, los dioses realizaron sus hazañas creativas. Cada roca, manantial, planta y cueva de este paisaje está imbuida de significado y sacralidad, convirtiendo el recorrido en una experiencia transformadora. La UNESCO, al reconocer la ruta bajo dos criterios culturales, destaca la excepcionalidad de la práctica sostenible del uso de la tierra, la organización social y el vínculo indisoluble entre naturaleza y espiritualidad. Además, subraya la interrelación entre cultura y entorno natural presente en las prácticas espirituales Wixárika, un legado de conocimiento transmitido a través de la peregrinación que constituye una verdadera "universalidad itinerante mesoamericana".
La designación como "bien en serie" reconoce el valor universal excepcional del conjunto de veinte sitios sagrados que conforman la ruta. Cada uno de estos lugares, repartidos entre Nayarit, Durango, Jalisco, Zacatecas y San Luis Potosí, contribuye a la significación global del itinerario. No se trata simplemente de una sucesión de puntos en un mapa, sino de una red interconectada de espacios sagrados que representan la continuidad de una tradición ancestral. La importancia de esta inscripción radica en la preservación de la memoria de los pueblos originarios y en la protección de un patrimonio compartido, enriquecido por su intrínseca diversidad. La autenticidad de la ruta se manifiesta tanto en sus características materiales, como la arquitectura vernácula y los paisajes naturales, como en sus aspectos inmateriales: la lengua, las tradiciones y la espiritualidad.
La protección de estos sitios sagrados es fundamental para la supervivencia cultural del pueblo Wixárika. Amenazas como la expansión urbana, el turismo irrespetuoso, el consumo inadecuado del peyote y, sobre todo, la minería en Wirikuta, ponen en riesgo la integridad de este patrimonio. La inscripción en la Lista del Patrimonio Mundial es un paso crucial para garantizar su conservación, pero requiere un compromiso continuo por parte de las autoridades y la sociedad en su conjunto. Las recomendaciones del Comité del Patrimonio Mundial, que incluyen la prohibición de la minería en las zonas de amortiguamiento, el fortalecimiento de las regulaciones para proteger la ruta de la expansión urbana y la creación de una estrategia de turismo sostenible, son esenciales para asegurar la viabilidad a largo plazo de este tesoro cultural.
El trabajo conjunto entre las comunidades Wixárika, la asociación civil Conservación Humana, la Secretaría de Cultura, el INAH y la Secretaría de Relaciones Exteriores ha sido fundamental para lograr este reconocimiento. Este esfuerzo conjunto refleja la importancia de la colaboración interinstitucional y la participación activa de las comunidades en la protección de su patrimonio. La inscripción de la Ruta Wixárika es un ejemplo inspirador de cómo la preservación del patrimonio cultural puede ser un motor para el desarrollo sostenible y la justicia social. Es una invitación a reconocer y valorar la riqueza cultural de los pueblos originarios y a trabajar juntos para garantizar su transmisión a las futuras generaciones. El respeto, el conocimiento, la correcta gestión, conservación, salvaguardia y divulgación de la Ruta Wixárika son una responsabilidad compartida, un tributo a la humanidad y un legado para el futuro.
Fuente: El Heraldo de México