
19 de agosto de 2025 a las 10:40
Frontera cerrada: ¿Qué plaga la acecha?
La incertidumbre se cierne como una sombra ominosa sobre el campo mexicano. La noticia del prolongado cierre de la frontera estadounidense, a causa del gusano barrenador del ganado, resuena con fuerza en los áridos terrenos del norte del país. Chihuahua, Sonora, Sinaloa, Zacatecas, Baja California… nombres que evocan la riqueza agrícola de México, hoy se tiñen de preocupación. La sequía, la escasez de apoyos gubernamentales y ahora este nuevo obstáculo, conforman una tormenta perfecta que amenaza con devastar el sustento de miles de familias.
No se trata simplemente de una cuestión sanitaria. La imagen de patrullas fronterizas, perros detectores y la construcción de una fábrica de moscas estériles en Texas, dibuja un escenario que va más allá de lo técnico. Estados Unidos, en su afán por proteger su cadena de suministro alimentario, levanta muros que separan, en lugar de puentes que unan. México, un socio natural, un aliado estratégico, se ve relegado, atrapado en una dinámica que lo excluye y lo margina.
Mientras tanto, del lado mexicano, la respuesta se diluye en un mar de comunicados oficiales y promesas de coordinación. La tan esperada estrategia de mitigación se posterga, se difumina en el horizonte de la incertidumbre. ¿Dónde están los créditos de emergencia? ¿Dónde los programas de apoyo que deberían ser la tabla de salvación para los productores afectados? La necesidad de una política comercial sólida, que no dependa de los vaivenes políticos y sanitarios de la frontera, se vuelve cada día más urgente.
El caso de Millfoods y las denuncias de adeudos a trabajadores en la construcción de su planta en Salamanca, añade otra capa de complejidad a este panorama. Si bien la empresa se deslinda de toda responsabilidad, atribuyéndola al Grupo Inmobiliario Arrendador (GIASA), la situación pone de manifiesto la fragilidad del sector y la necesidad de transparencia y responsabilidad en todas las etapas de la cadena productiva. Es imperativo que las autoridades realicen las investigaciones pertinentes y se garantice que los derechos de los trabajadores sean respetados.
En este contexto de incertidumbre, los productores mexicanos se enfrentan a un futuro incierto. La falta de claridad, la ausencia de apoyos concretos y la dependencia de un mercado externo que levanta barreras en lugar de tender puentes, generan un clima de desconfianza y desesperanza. Es hora de que el gobierno mexicano asuma un rol proactivo, impulse políticas públicas que fortalezcan al sector y garantice la sostenibilidad del campo mexicano. No podemos permitir que la riqueza de nuestra tierra y el esfuerzo de nuestros productores se pierdan en el laberinto de la incertidumbre. El futuro del campo mexicano está en juego, y es nuestra responsabilidad defenderlo.
Fuente: El Heraldo de México