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19 de agosto de 2025 a las 05:35

Alerta: ¿Se acerca el Cordonazo?

La figura de San Francisco de Asís, envuelta en un halo de misticismo y devoción, trasciende los límites de la simple historia para adentrarse en el fascinante mundo de la leyenda. Más allá de su reconocida labor como fundador de la orden franciscana, un manto de misterio lo envuelve, vinculándolo con la llegada de las lluvias. Imaginen al santo, con su humilde hábito ceñido por un cordón anudado, sacudiendo su vestimenta y desatando con ello el poder de la naturaleza. Algunos relatos susurran que este acto tenía el propósito de ahuyentar a los demonios, purificando el aire con el agua celestial. Otras versiones, impregnadas de una poética conexión con el cosmos, sugieren que al acercarse su festividad, el 4 de octubre, San Francisco se prepara, sacudiendo su hábito y el cordón, agitando así el cielo y desencadenando días nublados, preñados de lluvias torrenciales, truenos que retumban en la tierra, relámpagos que iluminan la oscuridad y un descenso en las temperaturas, anunciando la llegada del otoño. A este fenómeno, cargado de simbolismo y tradición, se le conoce como el Cordonazo de San Francisco.

En México, este relato popular se entrelaza con la ciencia meteorológica. La Comisión Nacional del Agua (Conagua) reconoce la asociación de esta celebración religiosa con la llegada de ciclones tropicales o frentes fríos, fenómenos que, coincidentemente, suelen traer consigo temporales de lluvia durante los primeros diez días de octubre. Si bien la conexión entre la festividad de San Francisco y la llegada de las lluvias no tiene un fundamento científico comprobado, es innegable la influencia de las condiciones climáticas propias de la transición entre el verano y el otoño. Este periodo, propicio para la aparición de precipitaciones intensas y descensos en la temperatura, se alinea con la temporada de ciclones tropicales, que, según el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), se extiende hasta el 30 de noviembre. De ahí que la probabilidad de que un huracán, con sus característicos vientos y lluvias, haga su aparición en estas fechas, sea considerablemente alta.

La veneración popular por santos relacionados con las lluvias no se limita a San Francisco de Asís. En el vasto santoral católico, encontramos otras figuras cuya intercesión se busca para implorar por el preciado líquido. San Juan Bautista, patrono de los pueblos donde abunda el agua, es invocado para asegurar la provisión de este recurso vital. Y no podemos olvidar a San Isidro Labrador, protector de los campesinos y trabajadores agrícolas, a quien se le atribuye el poder de atraer las lluvias necesarias para obtener cosechas abundantes. Su sencilla oración, "San Isidro Labrador, quita el agua y pon el sol", resuena en los campos secos, como un clamor esperanzado por la llegada de la lluvia vivificante. Estas figuras, envueltas en la fe y la tradición, nos recuerdan la profunda conexión del ser humano con la naturaleza y la búsqueda constante de la armonía entre el cielo y la tierra.

Fuente: El Heraldo de México