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18 de agosto de 2025 a las 23:50
Terror en el paraíso: ataque de tiburón
El cristalino turquesa de las Bahamas, habitualmente escenario de ensueño para turistas y amantes del buceo, se tiñó de rojo el pasado domingo. Un estadounidense de 63 años, cuya identidad se mantiene reservada, se convirtió en protagonista de una pesadilla al ser atacado por un tiburón mientras practicaba pesca submarina cerca de Big Grand Cay, en el archipiélago de Abaco. La noticia, que ha corrido como la pólvora en los medios locales e internacionales, ha vuelto a poner sobre la mesa la convivencia entre humanos y estos majestuosos depredadores del océano.
Alrededor de la una de la tarde, mientras el turista se encontraba sumergido, la tranquilidad del mar se vio interrumpida por el ataque. Las autoridades bahameñas, a través de un comunicado, confirmaron la gravedad de las heridas sufridas por el hombre, quien requirió atención médica inmediata en una clínica local antes de ser trasladado en avión a Estados Unidos para recibir tratamiento especializado. La incertidumbre sobre su estado de salud actual mantiene en vilo a la comunidad internacional.
Si bien este incidente ha generado conmoción, es importante recordar que los ataques de tiburón en las Bahamas son extremadamente raros. El Archivo Internacional de Ataques de Tiburones registra tan solo 34 incidentes en los últimos cuatro siglos, una cifra que pone en perspectiva la excepcionalidad de este suceso en un paraíso visitado por millones de turistas cada año. Los tiburones, como parte integral del ecosistema marino, no suelen considerar a los humanos como presas. Los expertos en biología marina coinciden en que la mayoría de los ataques se deben a confusiones, especialmente en aguas turbias o cuando los movimientos de los nadadores o buceadores se asemejan a los de las presas habituales de estos animales.
En el caso de la pesca submarina, el riesgo se incrementa debido a la presencia de sangre de los peces capturados, lo que puede atraer a los tiburones. Por ello, se recomienda a los aficionados a esta práctica extremar las precauciones, mantener la calma ante un posible encuentro con un tiburón, evitar movimientos bruscos y no darle la espalda al animal. Mantener el contacto visual, si es posible, y salir del agua lentamente sin generar salpicaduras son medidas que pueden marcar la diferencia. En caso de ataque, la defensa, aunque parezca instintiva, debe ser estratégica. Golpear zonas sensibles como los ojos, el hocico o las branquias con cualquier objeto disponible, desde un arpón hasta una cámara submarina, puede desorientar al tiburón y brindar la oportunidad de escapar. El objetivo no es vencer al animal, sino ganar tiempo para ponerse a salvo.
La rapidez en la atención médica tras un ataque de tiburón es crucial. Las mordidas pueden provocar desgarros profundos, pérdida masiva de sangre e incluso amputaciones. El riesgo de infección también es considerable debido a la presencia de bacterias tanto en el agua marina como en la boca del tiburón. Aunque la probabilidad de sufrir un ataque es mínima, la prevención es fundamental. Evitar nadar en zonas conocidas por la presencia de tiburones, especialmente durante el amanecer y el anochecer, cuando su actividad aumenta, es una medida sensata. También se recomienda no entrar al agua con heridas sangrantes, evitar el uso de objetos brillantes que puedan atraer su atención y, sobre todo, nunca realizar actividades acuáticas en solitario.
Este incidente en las Bahamas nos recuerda la importancia del respeto al entorno marino y la necesidad de informarse sobre las medidas de seguridad antes de adentrarnos en el fascinante mundo submarino. La coexistencia pacífica con la fauna marina, incluyendo a los tiburones, es posible si actuamos con responsabilidad y conocimiento.
Fuente: El Heraldo de México