
18 de agosto de 2025 a las 07:00
Sacerdote suspendido: ¿Exorcismo o agresión?
La noticia del sacerdote cinta negra que agredió a una anciana durante una misa ha conmocionado a la comunidad religiosa de Sao Paulo y ha generado un debate sobre los límites de la fe y la intervención física en supuestos casos de posesión demoníaca. El padre João José Bezerra, conocido por su destreza en el jiu-jitsu, alegó haber actuado en defensa de la feligresía al creer que la mujer estaba poseída por Satanás. Sin embargo, las imágenes del incidente, que rápidamente se viralizaron en redes sociales, muestran una escena perturbadora: el sacerdote jalando del cabello y golpeando a la mujer de 62 años, quien yacía indefensa en el suelo de la iglesia.
Este caso plantea interrogantes cruciales. ¿Dónde termina la fe y comienza la violencia? ¿Es lícito usar la fuerza física, incluso bajo la creencia de una posesión demoníaca? La Arquidiócesis de Botucatu ha respondido con contundencia, suspendiendo al padre Bezerra y expresando su "profundo pesar y consternación" por el episodio. La rápida acción de la Iglesia, ofreciendo apoyo económico a la víctima e iniciando un proceso interno, demuestra una postura firme contra la violencia, independientemente de las justificaciones esgrimidas.
Pero más allá de las medidas disciplinarias, este incidente nos invita a reflexionar sobre la formación de los líderes religiosos. ¿Se les proporciona las herramientas necesarias para discernir entre una crisis de salud mental y una supuesta posesión demoníaca? ¿Se les instruye en la importancia de la contención y el respeto a la integridad física de las personas, incluso en situaciones extremas? La respuesta a estas preguntas es fundamental para evitar que se repitan episodios similares en el futuro.
El caso también pone de manifiesto la necesidad de una mayor educación en salud mental dentro de las comunidades religiosas. A menudo, comportamientos inusuales o expresiones de angustia emocional pueden ser malinterpretados como manifestaciones demoníacas, llevando a intervenciones inapropiadas y potencialmente dañinas. Es crucial promover la comprensión y la empatía hacia quienes sufren problemas de salud mental, ofreciendo apoyo y recursos adecuados en lugar de recurrir a explicaciones sobrenaturales.
Finalmente, la historia del padre Bezerra nos recuerda la fragilidad de la fe y la importancia de la humildad. Incluso aquellos que se consideran guerreros espirituales deben ser cautelosos al ejercer su autoridad, recordando que la compasión y el amor al prójimo son los pilares fundamentales de cualquier creencia religiosa. La violencia, disfrazada de fervor religioso, nunca puede ser justificada. El camino de la fe debe ser un camino de paz, respeto y entendimiento. La agresión del padre Bezerra no solo hirió a una anciana indefensa, sino que también dañó la imagen de la Iglesia y la confianza de muchos en sus líderes espirituales. Esperemos que este lamentable episodio sirva como una llamada de atención para promover una fe más humana, compasiva y respetuosa de la dignidad de todas las personas.
Fuente: El Heraldo de México