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18 de agosto de 2025 a las 09:50

PEMEX: ¡Ahora sí es de México!

La historia de Petróleos Mexicanos (PEMEX) es un reflejo de la propia historia de México, una narrativa entrelazada con la lucha por la soberanía y el desarrollo nacional. Sin embargo, esta historia ha sido marcada por periodos oscuros, décadas de saqueo sistemático orquestado desde las sombras del poder. No se trató de una simple ineficiencia administrativa, sino de una estrategia deliberada de debilitamiento, una trama urdida por aquellos que veían en la empresa no un motor de progreso para el país, sino una fuente inagotable de enriquecimiento personal.

Bajo el manto del neoliberalismo, se tejió una red de corrupción que asfixió a PEMEX, una telaraña de intereses privados que la despojó de su fuerza y la condenó a una espiral de deuda. La narrativa oficial hablaba de "modernización" y "apertura al mercado", eufemismos que ocultaban la verdadera intención: entregar los recursos estratégicos de la nación a manos extranjeras.

El caso Odebrecht, con sus sobornos millonarios y contratos inflados, es solo la punta del iceberg. Nombres como Emilio Lozoya y Carlos Treviño, exdirectores de PEMEX, emergen como símbolos de una corrupción enquistada en las altas esferas del poder. Sus acciones, lejos de servir al interés nacional, se dirigieron a alimentar la voracidad de una élite que se lucraba a costa del patrimonio de todos los mexicanos.

Se distorsionaron las finanzas de PEMEX, se le cargaron deudas impagables, se construyó la imagen de una empresa ineficiente e incapaz de competir en el mercado global. Pero detrás de esta fachada de ineficiencia, se ocultaba el saqueo sistemático, la entrega de recursos a manos privadas, el desmantelamiento de una empresa estratégica para el país.

Hoy, la justicia comienza a alcanzar a quienes se creían intocables. Las detenciones y los procesos judiciales contra figuras clave de la corrupción en PEMEX son un paso importante en la lucha contra la impunidad. Sin embargo, no basta con castigar a los responsables, es necesario erradicar las prácticas que permitieron el saqueo y construir un futuro en el que PEMEX recupere su lugar como motor del desarrollo nacional.

El reto actual es reconstruir PEMEX, sanear sus finanzas, devolverle su papel estratégico en la economía mexicana. Es imperativo impulsar una transición energética soberana, que combine la riqueza de nuestros hidrocarburos con la apuesta por las energías limpias, pero siempre bajo la premisa de que los recursos nacionales pertenecen al pueblo de México.

No podemos permitir que PEMEX vuelva a ser un botín político, un instrumento al servicio de intereses privados. Debemos garantizar que sus recursos se traduzcan en desarrollo, inversión productiva, empleos y bienestar para todos los mexicanos. La historia de PEMEX es la historia de México, y es nuestro deber escribir un nuevo capítulo, un capítulo de rescate, saneamiento y prosperidad para la empresa y para el país. Un capítulo donde la transparencia y la rendición de cuentas sean los pilares de una nueva era para PEMEX.

Fuente: El Heraldo de México