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18 de agosto de 2025 a las 03:35
Latina desaparecida en EEUU, hallan su cuerpo sin vida.
La tragedia ha teñido de luto a la comunidad peruana en Estados Unidos y en el propio Perú. Sheyla Gutiérrez, una joven madre de 33 años, cuyo rostro ahora inunda las redes sociales con la etiqueta #JusticiaParaSheyla, fue encontrada sin vida este domingo, confirmando los peores temores de su familia y amigos. Su desaparición, ocurrida el pasado 9 de agosto, había encendido las alarmas, especialmente después de que se supiera de su intención de denunciar a su expareja, Josimar Cabrera Cornejo, por violencia doméstica. La sombra de la sospecha se cierne sobre él, aunque las autoridades lo liberaron horas después de su detención en el aeropuerto peruano, alegando falta de denuncias formales en su contra.
Este caso pone en relieve, una vez más, la vulnerabilidad de las mujeres ante la violencia de género, un mal endémico que cruza fronteras y culturas. La noticia del hallazgo del cuerpo de Sheyla ha generado una ola de indignación y dolor, con reclamos de justicia que resuenan tanto en las calles como en el mundo digital. La familia de Sheyla, devastada por la pérdida, clama por una investigación exhaustiva y transparente, convencidos de la implicación de Cabrera Cornejo en el trágico desenlace. Su última comunicación con su madre, el mismo día de su desaparición, añade un componente aún más desgarrador a esta historia.
La liberación de Cabrera Cornejo ha avivado la controversia. ¿Fue una decisión precipitada? ¿Hay vacíos legales que impiden la detención de presuntos agresores en casos de violencia de género? La falta de denuncias previas, argüida por las autoridades, abre el debate sobre las dificultades que enfrentan muchas mujeres para formalizar las agresiones, a menudo por temor a represalias o por la desconfianza en el sistema judicial.
El Ministerio de la Mujer de Perú, a través del Programa Nacional Warmi Ñan, ha expresado su compromiso de acompañar a la familia de Sheyla y de brindarles el apoyo necesario. Sin embargo, la promesa de soporte no calma la sed de justicia de una familia rota y de una sociedad que exige un alto a la violencia contra las mujeres. El caso de Sheyla Gutiérrez no debe quedar impune. Es imperativo que se esclarezcan las circunstancias de su muerte y que se depuren responsabilidades. Su historia, trágicamente truncada, debe servir como un llamado a la reflexión y a la acción para fortalecer las políticas de prevención y atención a las víctimas de violencia de género.
La imagen de Sheyla, junto a sus tres hijos, se ha convertido en un símbolo de la lucha contra la violencia machista. Su memoria exige que las autoridades peruanas y estadounidenses trabajen conjuntamente para garantizar que se haga justicia y que su caso no se sume a la larga lista de feminicidios que permanecen impunes. Es crucial que se revisen los protocolos de actuación en casos de desaparición, que se refuercen los mecanismos de protección para las mujeres que denuncian violencia y que se promueva una cultura de respeto e igualdad que erradique de raíz este flagelo social. La vida de Sheyla Gutiérrez, y la de tantas otras mujeres víctimas de la violencia, no puede ser en vano.
Fuente: El Heraldo de México