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18 de agosto de 2025 a las 09:30

Domina el Conflicto: Tu Nueva Fuerza

El conflicto, esa palabra que a menudo genera un nudo en la garganta, especialmente entre nosotras, las mujeres líderes. Nos han enseñado a ser conciliadoras, a ceder, a evitar la confrontación. Internalizamos desde pequeñas que una "buena niña" no discute, no alza la voz. Y aunque hayamos llegado a la cima, a puestos de responsabilidad y liderazgo, esa vocecita interna persiste, susurrándonos al oído que el conflicto es sinónimo de problema, de agresividad. Nos sentimos vulnerables ante la mera posibilidad del desacuerdo.

Pero, ¿y si les dijera que el conflicto, bien gestionado, es una poderosa herramienta de crecimiento, tanto personal como profesional? No se trata de pelear, de imponer nuestra visión, sino de abrazar la diferencia. Donde hay interacción, hay fricción. Donde hay movimiento, hay tensión. El conflicto es simplemente una manifestación natural de la diversidad de ideas, necesidades, intereses y estilos. Es la chispa que, bien canalizada, puede encender la innovación y el cambio.

El verdadero problema no es la existencia del conflicto, sino nuestra incapacidad para gestionarlo constructivamente, con inteligencia emocional. Nos paraliza el miedo a la confrontación, a la reacción del otro, a la posible ruptura del equilibrio. Preferimos callar, ceder, evitar, con la esperanza de mantener una falsa paz que, a la larga, nos estanca y nos limita.

¿Cómo podemos, entonces, transformar el conflicto en una oportunidad? Aquí les comparto tres claves para empezar a verlo con otros ojos y utilizarlo a nuestro favor:

1. Replantear nuestro lenguaje interno: Las palabras que usamos para describir el conflicto moldean nuestra percepción del mismo. Si lo asociamos con "problema", "pelea" o "fracaso", estaremos predisponiéndonos al miedo y la defensividad. En cambio, si lo vemos como un "espacio de alineación pendiente", una "oportunidad de aprendizaje" o una "intersección de intereses por explorar", estaremos abriéndonos a la posibilidad de un resultado positivo.

2. Prepararnos con intención, no con defensividad: Ante una conversación difícil, la clave no está en ensayar nuestra defensa, sino en clarificar qué queremos expresar, cómo vamos a escuchar y qué resultado deseamos construir en conjunto. La serenidad y la firmeza nos permiten mantener el foco en lo que realmente importa, sin dejarnos arrastrar por la emoción impulsiva. La escucha activa es fundamental para comprender la perspectiva del otro y encontrar puntos de encuentro. No se trata de ganar o perder, sino de co-crear una solución que beneficie a todos.

3. Dar el primer paso: Muchas veces, el conflicto persiste simplemente porque nadie se atreve a abrir la conversación. Como líderes, tenemos la responsabilidad de tomar la iniciativa, de convocar a esas conversaciones difíciles desde el respeto y la claridad. Identifiquemos aquellas áreas o relaciones donde hemos estado evitando el conflicto y demos el primer paso. La vulnerabilidad no es debilidad, sino una muestra de coraje y liderazgo.

El conflicto, bien gestionado, no divide, transforma. Es en la fricción de ideas donde surge la innovación, donde se forjan las soluciones más creativas y poderosas. No renunciemos a nuestra voz por miedo a la confrontación. Abracémosla como una herramienta de crecimiento y liderazgo, como una oportunidad para construir puentes y alcanzar resultados extraordinarios. Atrévanse a desafiar la incomodidad y déjense sorprender por el poder transformador del conflicto.

Fuente: El Heraldo de México