Logo
NOTICIAS
play VIDEOS

Inicio > Noticias > Deportes

17 de agosto de 2025 a las 07:10

Tigres vs América: Caos en el Volcán

La pasión desbordada, el rugido contenido, la frustración hirviendo a fuego lento… y de pronto, la explosión. El Estadio Universitario, testigo mudo de tantas glorias felinas, vio cómo la noche del sábado se teñía de un gris oscuro, un gris que nada tenía que ver con el color de la camiseta. Tras el silbatazo final, que sellaba la derrota de Tigres ante el América, la euforia contenida se transformó en una furia descontrolada, dirigida no contra el rival, sino contra los propios. Hermanos de tribuna, unidos por el amor a una misma camiseta, se convertían en gladiadores de un circo romano improvisado, donde los puños y las patadas reemplazaban los cánticos de aliento.

Las imágenes, crudas y desoladoras, recorren las redes sociales como un virus, mostrando una realidad que avergüenza y preocupa. Hinchas, algunos con el rostro desencajado por la ira, otros con la mirada perdida en la confusión del momento, se enfrentan en una batalla campal donde no hay vencedores, solo vencidos. La derrota deportiva, dolorosa sin duda, queda eclipsada por la derrota moral, por la pérdida de la razón y el respeto. ¿Dónde quedó el famoso lema "Un Tigre nunca deja solo a otro Tigre"? Pareciera que en el fragor de la violencia, la hermandad se desvanece como humo.

Este lamentable episodio nos obliga a reflexionar sobre la verdadera naturaleza del fanatismo. ¿Hasta dónde llega la pasión? ¿Cuándo el amor por un equipo se transforma en un odio irracional que se vuelve contra sí mismo? No es la primera vez que la violencia empaña la fiesta del fútbol, y lamentablemente, probablemente no sea la última. Pero cada incidente, cada golpe, cada grito destemplado, debe servir como un llamado de atención, una oportunidad para repensar nuestra relación con el deporte.

La violencia en los estadios no es un problema exclusivo de una afición o un equipo. Es un cáncer que corroe el alma del fútbol, un mal que debemos erradicar de raíz. No se trata de señalar culpables, sino de encontrar soluciones. Es necesario fomentar una cultura de respeto y tolerancia en las tribunas, donde la pasión se viva con alegría y no con furia. La educación, la prevención y la aplicación de sanciones ejemplares son piezas clave en este rompecabezas.

El fútbol es pasión, es alegría, es unión. No permitamos que la violencia nos robe la magia del deporte. No permitamos que el rugido del tigre se convierta en un grito de guerra entre hermanos. Es hora de recuperar la verdadera esencia del deporte, de volver a las raíces, de recordar que un tigre nunca deja solo a otro tigre, en la victoria y en la derrota, en la alegría y en la tristeza, pero jamás en la violencia. El camino a la erradicación de la violencia en los estadios es largo y complejo, pero es un camino que debemos recorrer juntos, como una verdadera familia felina.

Fuente: El Heraldo de México