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17 de agosto de 2025 a las 03:00

Shakira y Piqué: Adiós a su mansión en Barcelona

La sombra de la separación entre Shakira y Gerard Piqué se alarga, y ahora alcanza los cimientos mismos de lo que un día fue su hogar. Tres años después del anuncio que resonó en todo el mundo, un nuevo capítulo se escribe en la historia de su ruptura, esta vez con la venta de una de las propiedades que conformaban su refugio en Esplugues de Llobregat. Más que una simple transacción inmobiliaria, esta venta simboliza el desmantelamiento definitivo de un proyecto familiar ambicioso, truncado por el abrupto final de su relación.

Recordemos que la imponente propiedad, adquirida en 2012, no era una simple casa, sino un complejo interconectado de tres viviendas concebido para albergar no solo a la pareja y sus dos hijos, Milan y Sasha, sino también a los padres de Shakira y al personal de servicio. Una visión de unidad familiar, de un clan unido bajo un mismo techo, que se desvaneció con la separación en 2022.

La vivienda vendida, valorada en más de 3 millones de euros, representaba la “pieza final” del rompecabezas arquitectónico que la pareja había imaginado. Una pieza que, irónicamente, nunca llegó a encajar en el puzzle completo. Tras la ruptura, la ambiciosa idea original se tornó inviable, dejando esta tercera vivienda en un limbo inmobiliario. Fue entonces cuando se decidió reformularla y venderla de forma independiente, marcando así el inicio del desmantelamiento patrimonial de la expareja.

Esta venta no es solo el cierre de un capítulo inmobiliario, sino también el símbolo de una etapa que llega a su fin. Representa la disolución tangible de un proyecto de vida en común, la materialización de la separación que ya se había consumado emocionalmente. Cada ladrillo de esa casa vendida, cada metro cuadrado, evoca los sueños y las ilusiones de una familia que ya no existe.

Mientras Shakira reconstruye su vida en Miami, junto a sus hijos, esta venta representa un punto y aparte en la historia de la pareja. Un punto y aparte que, si bien puede estar cargado de nostalgia y melancolía, también abre la puerta a nuevos comienzos, a nuevas ilusiones y a la construcción de futuros individuales, lejos de la sombra de lo que un día fue. La venta de esta propiedad es, en definitiva, el último eco de una melodía de amor que se apagó, dando paso al silencio de una nueva realidad.

La pregunta que queda en el aire es: ¿qué sucederá con las dos viviendas restantes? ¿Seguirán el mismo camino, convirtiéndose en otro símbolo de la separación definitiva? Solo el tiempo lo dirá. Lo que es seguro es que cada movimiento en el tablero inmobiliario de Shakira y Piqué seguirá siendo objeto de escrutinio público, alimentando la narrativa de una separación que, a pesar del tiempo transcurrido, continúa cautivando la atención del mundo entero. Y mientras la prensa internacional sigue cada paso, cada venta, cada mudanza, la expareja continúa navegando por las aguas turbulentas del post-romance, buscando la calma en la orilla de sus nuevas vidas.

Fuente: El Heraldo de México