
16 de agosto de 2025 a las 18:15
Franeleros: Sanciones, no desaparición.
La figura del "franelero" en la Ciudad de México, una presencia tan arraigada en el paisaje urbano como los propios baches y el tráfico, se encuentra en el ojo del huracán. Tras años de debate y controversia, la reciente reforma a la Ley de Cultura Cívica capitalina ha venido a sacudir el statu quo, generando un torbellino de opiniones encontradas. La aclaración del Secretario de Gobierno, César Cravioto, busca disipar la confusión: los franeleros no desaparecerán, pero el terreno de juego ha cambiado. Ya no podrán exigir cuotas, la propina voluntaria será la nueva norma. Este cambio, aparentemente sutil, representa un giro copernicano en la dinámica de las calles.
¿Qué significa esto para el ciudadano común? Imaginemos la escena: llegas a una zona concurrida, buscando un lugar para estacionar. Un franelero te indica un espacio, ya no con la imposición tácita de una tarifa, sino con la expectativa de una gratificación a tu criterio. La presión se desvanece, la transacción se vuelve opcional. Se abre la puerta a una nueva era de respeto al espacio público, donde la "ley de la selva" cede paso a la civilidad.
Sin embargo, la reforma no se limita a la regulación de las propinas. Se establece un mecanismo claro para denunciar abusos. Aquellos franeleros que incurran en prácticas coercitivas, amenazas o cualquier tipo de delito, se enfrentarán a la justicia. Las 36 horas de arresto inconmutables son una advertencia clara: la impunidad ha llegado a su fin. Y para los casos más graves, la vía del Ministerio Público se abre como una herramienta poderosa para perseguir delitos como la extorsión y el pandillerismo.
La próxima semana será clave. Con la promulgación de la reforma, se dará a conocer el número telefónico para reportar irregularidades. Una línea directa para que la ciudadanía pueda ejercer su derecho a un espacio público libre de coacciones. Esta medida busca empoderar a los ciudadanos, convirtiéndolos en actores clave en la transformación del paisaje urbano.
Pero la pregunta que flota en el aire es: ¿funcionará? ¿Será esta reforma la solución definitiva al problema de los franeleros? El tiempo lo dirá. Lo que es innegable es que se ha dado un paso importante. Se ha trazado una línea en la arena, separando la colaboración voluntaria del abuso. Se ha abierto un diálogo necesario sobre el uso del espacio público y los derechos de los ciudadanos. La Ciudad de México se enfrenta a un reto de gran envergadura: conciliar la necesidad de orden con la realidad social de quienes han hecho de las calles su lugar de trabajo.
Este nuevo capítulo en la historia de la ciudad promete ser apasionante. Estaremos atentos a los desarrollos, analizando el impacto de la reforma y escuchando las voces de todos los involucrados: ciudadanos, autoridades y los propios franeleros, cuya realidad se ve transformada por esta nueva legislación. ¿Será el inicio de una convivencia más armónica en las calles de la capital? El futuro nos lo dirá.
Fuente: El Heraldo de México