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15 de agosto de 2025 a las 09:15

Sobrevive a esto

La crisis sanitaria que enfrentamos en México va más allá de las inundaciones y el colapso de la infraestructura. Se ha enquistado en el sistema, como una enfermedad silenciosa que carcome la esperanza de miles de pacientes. La falta de medicamentos, especialmente de anticancerígenos, se ha convertido en una constante, una sombra que acecha a quienes luchan contra la enfermedad. No se trata de un problema reciente, sino de una herida abierta que se niega a cicatrizar desde hace años, agravada por la ineficacia y la aparente indiferencia de las autoridades.

Las marchas recientes son un grito desesperado, un llamado a la conciencia que resuena en las calles y que exige una respuesta inmediata. Familias enteras se ven obligadas a peregrinar en busca de los tratamientos que les fueron prometidos, recorriendo hospitales y farmacias con la angustia de no encontrar lo que necesitan. La incertidumbre se convierte en su compañera, y la esperanza se desvanece con cada negativa. ¿Cómo es posible que en un país con los recursos que tiene México, se permita que la salud de sus ciudadanos se vea comprometida por la falta de medicamentos básicos?

Más allá de las explicaciones oficiales y de las justificaciones políticas, la realidad es que la vida de miles de personas está en juego. No se trata de ideologías ni de partidos, sino de un derecho fundamental que está siendo vulnerado. El acceso a la salud no debería ser un privilegio, sino una garantía para todos. Es inaceptable que la burocracia, la corrupción o la ineptitud se interpongan entre los pacientes y los medicamentos que necesitan para sobrevivir.

La situación exige una acción contundente y coordinada. Es necesario transparentar los procesos de adquisición y distribución de medicamentos, fortalecer los mecanismos de control y sancionar a quienes se benefician de la escasez. Se requiere, además, una inversión real y sostenida en el sistema de salud, que garantice el abastecimiento oportuno de medicamentos y la atención digna a los pacientes.

No podemos seguir ignorando el clamor de quienes luchan por su vida. La falta de medicamentos no es un problema abstracto, sino una tragedia que se vive a diario en los hogares mexicanos. Es hora de que las autoridades asuman su responsabilidad y pongan fin a esta crisis sanitaria que nos ha costado demasiado. El tiempo se agota, y cada día que pasa sin una solución, se pierden vidas que podrían haberse salvado. La salud no puede esperar.

La indignación que se palpa en las calles es un reflejo del hartazgo de una sociedad que se siente abandonada. No se trata de un simple reclamo, sino de un llamado a la acción. Es necesario unir fuerzas y exigir a las autoridades que cumplan con su obligación de garantizar el derecho a la salud. No podemos permitir que la indiferencia se imponga a la esperanza. El futuro de miles de pacientes depende de nuestra capacidad de movilizarnos y exigir un cambio. La lucha por la salud es una lucha por la vida, y no podemos darnos el lujo de perderla.

Fuente: El Heraldo de México