
Inicio > Noticias > Fotografía
15 de agosto de 2025 a las 16:05
No Fotos en Museos: 4 Razones
La luz, aunque parezca inofensiva, es una forma de energía. Y como toda energía, tiene la capacidad de interactuar con la materia y, en determinadas circunstancias, alterarla. Imaginen las olas del mar golpeando constantemente un acantilado. Con el tiempo, la roca más sólida se erosiona. De forma similar, la luz, especialmente la intensa y concentrada de un flash, actúa sobre los pigmentos de una obra de arte. Cada destello, aunque breve, contribuye a un proceso de deterioro gradual, casi imperceptible al ojo humano en un instante, pero acumulativo y devastador a largo plazo.
Pensemos en un papel expuesto al sol durante mucho tiempo. Amarillea, se vuelve frágil, pierde su vitalidad original. Ese mismo proceso, aunque a una escala mucho menor y más lenta, ocurre con las obras de arte expuestas repetidamente a la luz del flash. Los pigmentos, especialmente los orgánicos, son sensibles a la radiación lumínica. La luz del flash acelera su degradación, provocando la pérdida de intensidad y la alteración de los colores originales. Con el tiempo, la obra pierde su brillo, su viveza, la esencia misma que el artista quiso plasmar.
Además de los pigmentos, el flash también afecta otros materiales sensibles a la luz, como los textiles, las plumas, el papel y ciertos tipos de tintas. En el caso de obras tridimensionales, como esculturas de madera o marfil, el flash puede contribuir a la desecación y el agrietamiento de la superficie.
El Museo de las Culturas de Oaxaca, al igual que muchas otras instituciones culturales alrededor del mundo, entiende la importancia de preservar el patrimonio artístico para las futuras generaciones. Por eso, la prohibición del flash no es una norma arbitraria, sino una medida de protección esencial. No se trata solo de la obra en sí, sino del legado cultural que representa, de la historia que nos cuenta, de la emoción que transmite.
Es cierto que la tecnología de las cámaras ha avanzado significativamente, y algunos flashes son menos potentes que los de antaño. Sin embargo, la suma de cientos de flashes a lo largo del día, provenientes de los numerosos visitantes de un museo, sigue representando un riesgo considerable para las obras. Además, la prohibición del flash también contribuye a crear un ambiente más propicio para la contemplación. La ausencia de destellos constantes permite una experiencia más inmersiva, más respetuosa con la obra y con los demás visitantes.
Así que la próxima vez que visiten un museo o galería, recuerden que la prohibición del flash no es un capricho, sino una medida necesaria para proteger nuestro patrimonio cultural. Disfruten de la experiencia, observen con atención, capturen la esencia de las obras en su memoria y compartan su experiencia con respeto, sin necesidad de recurrir al flash. Existen otras maneras de tomar fotografías en espacios con poca luz, como ajustar la ISO de la cámara o utilizar un trípode. Lo importante es preservar la belleza del arte para que las futuras generaciones también puedan disfrutarlo.
Fuente: El Heraldo de México