
15 de agosto de 2025 a las 09:35
México electrificado: ¿Geopolítica o ciencia?
México se encuentra en una encrucijada histórica frente a la electromovilidad. No se trata simplemente de cambiar autos de gasolina por eléctricos, sino de una transformación profunda que impactará en la geopolítica, la economía y la soberanía del país. Los próximos tres años serán cruciales para determinar si México se convierte en un jugador clave en esta revolución o si, por el contrario, se queda rezagado, ensamblando piezas extranjeras sin desarrollar una industria propia.
La oportunidad es inmensa. Imaginen un México que no solo ensambla vehículos eléctricos, sino que también produce baterías con litio mexicano, desarrolla tecnología de punta y exporta su conocimiento al mundo. Un México que aprovecha su posición privilegiada en el T-MEC para convertirse en un hub de la electromovilidad en Norteamérica. Este escenario no es una utopía, es una posibilidad real si se toman las decisiones correctas.
Sin embargo, el camino está lleno de desafíos. La competencia internacional es feroz. Potencias como Estados Unidos, China y la Unión Europea están invirtiendo miles de millones en esta industria. Para no quedar rezagados, necesitamos una estrategia nacional integral, que vaya más allá de simples incentivos a la compra de vehículos eléctricos. Necesitamos una política industrial que impulse la investigación, el desarrollo tecnológico y la formación de capital humano.
La clave está en la articulación de esfuerzos. Gobierno, industria, academia y sociedad civil deben trabajar juntos para crear un ecosistema propicio para la electromovilidad. Necesitamos una regulación inteligente que promueva la inversión, la innovación y la sustentabilidad. Necesitamos una visión de largo plazo que trascienda los ciclos políticos y que nos permita construir una industria sólida y competitiva.
El litio, por ejemplo, es un recurso estratégico para la fabricación de baterías. México tiene importantes reservas de este mineral, pero su explotación debe ser responsable y sustentable. No podemos repetir los errores del pasado, donde la riqueza natural se convirtió en sinónimo de depredación ambiental y desigualdad social. La electromovilidad debe ser una oportunidad para impulsar un desarrollo económico inclusivo y respetuoso con el medio ambiente.
La transición a la electromovilidad no se limita al sector automotriz. Impactará en la generación de energía, la minería, la manufactura y el reciclaje. Necesitamos una red de estaciones de carga que cubra todo el territorio nacional, alimentada por energías renovables. Necesitamos desarrollar una industria de reciclaje de baterías que nos permita aprovechar al máximo los recursos y minimizar el impacto ambiental.
En resumen, la electromovilidad es una apuesta por el futuro de México. Es una oportunidad para modernizar nuestra economía, generar empleos de calidad y posicionarnos como un líder en la transición energética global. Pero para lograrlo, necesitamos una visión estratégica, una voluntad política y una colaboración efectiva entre todos los actores involucrados. Los próximos tres años serán decisivos. El futuro de la movilidad en México está en nuestras manos.
Fuente: El Heraldo de México