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15 de agosto de 2025 a las 09:30
La verdad sobre los "perrhijos"
La creciente tendencia de humanizar a nuestras mascotas nos invita a reflexionar sobre los límites entre el cariño y la proyección de nuestras propias necesidades emocionales. Ver perritos en carreolas o celebrando cumpleaños con piñatas y pastel puede resultar tierno, sí, pero también despierta la pregunta: ¿estamos respetando su naturaleza animal o imponiéndoles un rol humano que les genera malestar?
La evolución en la legislación sobre el bienestar animal es un paso crucial. Reconocerlos como seres sintientes, con derecho a un trato digno y respetuoso, marca un avance significativo. Sin embargo, la línea entre el cuidado responsable y la humanización excesiva puede ser difusa. Vestirlos con ropa de humano, llevarlos en carreola, hablarles como si fueran bebés, ¿realmente les aporta bienestar o les impide expresar sus comportamientos naturales? Expertos en comportamiento animal advierten sobre las consecuencias negativas de estas prácticas: estrés, ansiedad, inhibición de sus instintos y dificultades para socializar con otros animales.
El contexto social actual, con el retraso en la maternidad/paternidad, la prevalencia de la soltería y la búsqueda de compañía, influye en la manera en que nos relacionamos con nuestras mascotas. Buscamos en ellas un apoyo emocional, una conexión profunda que, si no se gestiona adecuadamente, puede derivar en un hiperapego perjudicial tanto para el animal como para el dueño. Este apego desmedido puede manifestarse en ansiedad por separación, comportamientos destructivos, problemas digestivos e incluso agresividad.
La experiencia personal, como la relatada con Panda, ilustra la importancia de la responsabilidad y la autoevaluación antes de integrar un animal a nuestras vidas. Un animal no es un sustituto emocional, ni un juguete que podemos desechar cuando cambian nuestras circunstancias. Adoptar una mascota implica un compromiso a largo plazo, que requiere tiempo, dedicación y la capacidad de entender y respetar sus necesidades específicas.
Para construir una relación sana y equilibrada con nuestros animales de compañía, es fundamental:
- Priorizar su naturaleza animal: Permitámosles explorar, olfatear, correr, jugar con otros perros, en definitiva, expresar sus instintos. Un paseo por el parque es mucho más enriquecedor para ellos que un viaje en carreola por un centro comercial.
- Utilizar la ropa con criterio: Un abrigo en días fríos está justificado, pero disfrazarlos con ropa humana es, en la mayoría de los casos, una proyección de nuestros deseos y no una necesidad del animal.
- Estimulación adecuada: Ofrecerles juguetes que despierten su inteligencia, que les permitan desarrollar sus habilidades y satisfacer sus instintos naturales es crucial para su bienestar físico y mental. Evitemos tratarlos como bebés humanos.
- Reflexionar sobre nuestras motivaciones: Antes de adoptar, preguntémonos si estamos preparados para asumir la responsabilidad y si buscamos en el animal una compañía genuina o un parche para nuestras carencias emocionales.
En definitiva, el amor por nuestras mascotas debe manifestarse en el respeto por su individualidad, en la comprensión de sus necesidades como animales y en la creación de un entorno que les permita desarrollarse plenamente y ser felices. La humanización excesiva, aunque bienintencionada, puede ser un obstáculo para lograr este objetivo.
Fuente: El Heraldo de México