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15 de agosto de 2025 a las 03:15
Jalisco pide perdón a familias de desaparecidos
La herida sigue abierta. A trece años de la desaparición de Dalia Cruz, Luis Enciso, Emilia Naranjo y Bernardo Sedano, el eco de su ausencia resuena con la misma fuerza en los corazones de sus familias. Un acto que se pretendía como una disculpa por parte del Gobierno de Jalisco, terminó siendo una nueva punzada en el dolor de quienes aún esperan respuestas. La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) instó a este acto, reconociendo la revictimización, la lentitud en la búsqueda y la opacidad en la información brindada a los familiares. Sin embargo, la ejecución del mismo, plagada de incumplimientos y cambios de fecha, lejos de ofrecer consuelo, reabrió la herida.
El contraste entre el discurso oficial y la realidad vivida por las familias es abismal. Mientras el Secretario General de Gobierno, Salvador Zamora, habla de "honrar la memoria" y "asumir la responsabilidad", Natividad Guerrero, madre de Dalia, reclama acciones concretas. Para ella, las palabras se las lleva el viento. Lo que necesita es saber dónde está su hija, dónde están todos ellos. Su voz, cargada de dolor y de una fuerza inquebrantable, se alza por encima de los protocolos y las formalidades, exigiendo lo que le corresponde: verdad y justicia.
Las palabras de Diego, hijo de Dalia y Luis, conmueven hasta lo más profundo. Con tan solo tres años al momento de la desaparición de sus padres, hoy, a sus 18, lee una carta donde aún guarda la esperanza de su regreso. Una esperanza que se aferra a un hilo, a pesar del tiempo transcurrido, a pesar de la indiferencia institucional. ¿Qué puede significar una disculpa para un joven que creció sin sus padres, marcado por una ausencia que lo define?
La crítica de Ana Rosa Vázquez Arce, de Familias Unidas por Nuestros Desaparecidos Jalisco (FUNDEJ), es contundente: "¿Una disculpa? No, no den disculpas, den acciones". Sus palabras resumen el sentimiento de impotencia y frustración que embarga a tantas familias que buscan a sus seres queridos. Una disculpa sin acciones es un gesto vacío, una burla para quienes viven sumidos en la incertidumbre. Es un recordatorio constante de la impunidad que prevalece y de la falta de compromiso real por parte de las autoridades.
Este caso no es un hecho aislado. Es un reflejo de la crisis de desapariciones que azota al país, donde miles de familias viven el mismo calvario. La historia de Dalia, Luis, Emilia y Bernardo nos interpela como sociedad. Nos obliga a preguntarnos qué estamos haciendo para que esto no siga sucediendo, qué podemos hacer para acompañar a quienes buscan incansablemente a sus seres queridos. Más allá de las disculpas, se necesitan acciones contundentes, investigaciones exhaustivas y un compromiso real para garantizar el derecho a la verdad y la justicia. Solo así podremos empezar a sanar las heridas y construir un futuro donde la desaparición forzada sea solo un triste recuerdo del pasado.
Fuente: El Heraldo de México