Las incesantes lluvias de las últimas semanas han puesto a prueba la infraestructura de la Ciudad de México, pero en Iztapalapa, la historia es diferente. A diferencia de años anteriores, donde las inundaciones eran un escenario recurrente y devastador para miles de familias, esta vez la alcaldía ha resistido los embates de la naturaleza con resultados alentadores. Si bien se han registrado encharcamientos, la situación está lejos de asemejarse a las crisis del pasado. ¿Cuál es la clave de esta resiliencia? La respuesta se encuentra en la estrategia preventiva implementada por la alcaldía, un plan meticuloso que ha priorizado el desazolve y la limpieza del sistema de drenaje.

Desde el inicio de la administración de la alcaldesa Aleida Alavez Ruiz, se identificaron 44 puntos críticos, zonas históricamente vulnerables a las inundaciones. Estos puntos se convirtieron en el foco de una intensa labor de desazolve, no como una reacción ante la emergencia, sino como una medida preventiva constante. La red secundaria de drenaje, a menudo la gran olvidada, ha sido objeto de una limpieza exhaustiva y permanente. Además, se ha impulsado la limpieza de los 283 pozos de absorción existentes y, de manera crucial, la construcción de 52 nuevos pozos, incrementando significativamente la capacidad de la demarcación para absorber las aguas pluviales.

La alcaldesa Alavez Ruiz no se limita a delegar responsabilidades. Desde un centro de mando, monitorea personalmente las zonas con anegaciones y coordina las labores de apoyo a la población. Su presencia constante en las calles de Iztapalapa, verificando el cumplimiento de los protocolos establecidos, transmite un mensaje claro: la alcaldía está comprometida con la seguridad y el bienestar de sus habitantes.

Más de 300 trabajadores, un verdadero ejército de la resiliencia, se despliegan día y noche para hacer frente a las inclemencias del tiempo. Cuadrillas de Servicios Urbanos, Protección Civil, Obras, Policía Auxiliar y las direcciones territoriales, trabajan en coordinación con la Secretaría de Seguridad Pública, demostrando una sinergia invaluable. Equipados con maquinaria especializada, estos héroes anónimos desalojan el agua, limpian las áreas afectadas por el lodo y trabajan incansablemente para mitigar los efectos de las lluvias.

La madrugada del viernes, mientras la mayoría de los ciudadanos dormían, más de 230 trabajadores se encontraban en las calles, atendiendo las emergencias y previniendo mayores afectaciones. Su labor, a menudo invisible, es la que permite que Iztapalapa hoy pueda contar una historia diferente, una historia de prevención, de trabajo coordinado y, sobre todo, de compromiso con la ciudadanía. La limpieza y el desazolve continúan, no como una respuesta reactiva, sino como una política permanente, una apuesta a futuro para que las lluvias, en lugar de ser una amenaza, sean simplemente parte del ciclo natural de la vida. El desafío continúa, pero Iztapalapa está preparada.