
15 de agosto de 2025 a las 20:30
Hidrátate bien, ¡mantén tu peso ideal!
El agua, ese elemento vital que a menudo damos por sentado, juega un papel crucial en la batalla contra la obesidad, un problema de salud pública que afecta a millones en todo el mundo. Más allá de simplemente calmar la sed, el agua se revela como una poderosa herramienta para controlar el apetito y la ingesta calórica. Numerosos estudios, respaldados por especialistas en nutrición y metabolismo, han establecido una clara conexión entre la deshidratación y un Índice de Masa Corporal (IMC) elevado, un factor determinante en el desarrollo del sobrepeso y la obesidad.
Pero, ¿cómo se explica esta relación? La respuesta reside en los complejos mecanismos que regulan nuestro organismo. Cuando el cuerpo no recibe suficiente agua, se activa un proceso llamado lipólisis, donde los triglicéridos, es decir, la grasa almacenada, se descomponen para generar energía. Sin embargo, en un estado de deshidratación, el acceso a estas reservas lipídicas se dificulta, lo que obliga al cuerpo a recurrir a los carbohidratos como fuente principal de energía. Este cambio metabólico limita la quema de grasa, dificultando la pérdida de peso.
Además, la deshidratación tiene un impacto significativo en nuestro equilibrio hormonal. El cuerpo, al percibir la falta de agua como una señal de estrés, aumenta la producción de cortisol, la hormona del estrés. El cortisol, a su vez, promueve el almacenamiento de grasa, especialmente en la zona abdominal, y reduce la masa muscular, creando un círculo vicioso que dificulta aún más el control del peso.
El hipotálamo, esa pequeña pero vital región del cerebro, también se ve afectado por la deshidratación. Responsable de regular tanto la sed como el hambre, el hipotálamo puede confundir estas señales cuando el cuerpo no está bien hidratado. Esto se traduce en antojos, una sensación de hambre incluso cuando el cuerpo realmente necesita agua, lo que lleva a una ingesta calórica innecesaria.
La Universidad Abierta de Cataluña (UOC), en un artículo consultado por el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO), refuerza esta idea, destacando la importancia de una correcta hidratación para una adecuada percepción del apetito y un control efectivo del peso.
No se trata solo de estética, sino de salud. La obesidad es un factor de riesgo para numerosas enfermedades crónicas, como la diabetes, el cáncer y el Alzheimer. Un estudio publicado en Frontiers in Nutrition subraya la importancia de aumentar la ingesta de agua como parte de una estrategia integral para reducir estos riesgos.
El Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) también advierte sobre las consecuencias de una hidratación insuficiente. Dolores de cabeza, fatiga, debilidad, mareos, cambios de humor, calambres y dolores musculares son solo algunos de los malestares que pueden surgir como consecuencia de pequeños estados de deshidratación, a menudo ignorados.
Entonces, ¿cuánta agua debemos beber? Las recomendaciones generales para un adulto promedio y saludable establecen una ingesta diaria de aproximadamente 3.7 litros para los hombres y 2.7 litros para las mujeres. Es importante recordar que alrededor del 20% de nuestra ingesta diaria de líquidos proviene de los alimentos, mientras que el resto debe provenir de las bebidas, principalmente agua.
Incorporar el hábito de beber agua al levantarse, a lo largo del día y cada vez que se sienta sed es fundamental para mantener un organismo funcionando de manera óptima. Una correcta hidratación no solo contribuye a la regulación del peso, sino que también mejora la digestión, la salud de la piel y el bienestar general. El agua, ese elemento tan simple y accesible, se convierte en un aliado indispensable para una vida más saludable.
Fuente: El Heraldo de México