Logo
NOTICIAS
play VIDEOS

Inicio > Noticias > Seguridad

15 de agosto de 2025 a las 03:10

Frontera Sur: Blindaje contra el crimen

La tensión se respiraba en el aire. A pocos días del esperado encuentro entre la presidenta Claudia Sheinbaum y sus homólogos de Guatemala y Belice, la Frontera Sur de Chiapas se blindaba con la presencia reforzada de las Fuerzas de Reacción Inmediata Pakal (FRIP). "Los Pakales", como se les conoce, intensificaron su patrullaje en comunidades fronterizas como Santa Teresa Llano Grande, El Sabinalito y El Jocote, escenarios recientes de violencia tras el asesinato del comisariado ejidal de El Sabinalito y su hermano. La imagen de los uniformados, junto a elementos del Ejército Mexicano, la Guardia Nacional y la Policía Estatal, se convertía en una constante en el paisaje, un recordatorio palpable del esfuerzo por recuperar la tranquilidad.

El comando de operaciones móvil “Kanan 02”, instalado estratégicamente en la zona, se sumaba a los retenes de inspección desplegados a lo largo de la carretera que conduce a Guatemala. Poco a poco, la vida cotidiana intentaba abrirse paso entre las sombras del miedo. Algunos negocios, tímidamente, volvían a levantar sus cortinas, mientras los camiones de carga, transportando víveres esenciales, comenzaban a circular con mayor frecuencia. Un signo esperanzador de que la normalidad, aunque frágil, podía resurgir.

La desaparición de las plumas y casetas, impuestas por el crimen organizado para el cobro de piso, representaba una victoria simbólica. "Ya está circulando transporte público, de carga… Ya no hay plumas ni casetas donde se daba el cobro de piso o extorsión", confirmaba una fuente del grupo Pakal, bajo condición de anonimato. Un testimonio que resonaba con la esperanza de las comunidades que, desde 2021 hasta finales de 2024, vivieron bajo el yugo del cártel Chiapas-Guatemala, convertidas en centros de operaciones para sus actividades delictivas. La liberación de estas localidades, algunas de las decenas atrapadas por el crimen organizado en años anteriores, marca un hito en la lucha por la seguridad en la región.

La presencia permanente de las FRIP, en conjunto con el Ejército y la Guardia Nacional, se percibe como un escudo protector por parte de los habitantes. “Desde que entraron los Pakales se ha visto un cambio, por eso pedimos que se queden de manera definitiva porque lo que queremos es seguridad”, expresaban con vehemencia. Incluso del lado guatemalteco, la presencia del ejército, algo inusual, se sumaba a la sensación de un cerco contra la violencia. Si bien la calma retorna paulatinamente, la reconstrucción de la confianza llevará tiempo. El gobierno de Chiapas, consciente de ello, ha asegurado la permanencia de las fuerzas de seguridad para evitar el resurgimiento de la violencia.

Sin embargo, la situación en Chiapas sigue siendo compleja. La presencia de cárteles como el de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), junto a grupos criminales locales, genera una constante disputa por el control del territorio. La ubicación estratégica del estado, en la frontera con Guatemala, lo convierte en un punto neurálgico para el tráfico de drogas, armas y migrantes, intensificando la violencia y el reclutamiento forzado, especialmente entre los jóvenes.

El aumento del 52% en homicidios dolosos durante los primeros meses de 2024, con focos rojos en municipios como Tapachula, Tuxtla Gutiérrez y Suchiate, es una muestra alarmante de la gravedad del problema. Tapachula, en particular, se encuentra entre las ciudades con mayor percepción de inseguridad del país. A esto se suma el desplazamiento forzado de más de 26 mil personas debido a la violencia en zonas como Los Altos y la Sierra, impactando gravemente a las comunidades indígenas. Niños y adolescentes, víctimas de reclutamiento y desapariciones, representan uno de los sectores más vulnerables.

La corrupción y la infiltración del crimen organizado en las corporaciones de seguridad, incluso en cuerpos policiales de élite, agravan aún más la crisis. La desconfianza generada debilita la respuesta institucional frente a la violencia, creando un círculo vicioso que urge romper. El camino hacia la paz y la seguridad en Chiapas es un desafío que requiere un esfuerzo conjunto, una estrategia integral y la voluntad inquebrantable de construir un futuro libre de violencia.

Fuente: El Heraldo de México