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15 de agosto de 2025 a las 09:10

El mismo mal de siempre

La sombra de la impunidad ha oscurecido por décadas el panorama mexicano. Nos hemos acostumbrado a un ciclo perverso donde los responsables de actos ilícitos, especialmente aquellos relacionados con la corrupción, parecen intocables. Mientras que en otras naciones, incluso con problemas similares, se han implementado mecanismos para, al menos, intentar reparar el daño y castigar a los culpables, México se ha mantenido como un oasis para la delincuencia de cuello blanco.

El caso Odebrecht, un escándalo de corrupción a nivel continental, ilumina con crudeza esta realidad. Mientras que Brasil, el epicentro de la trama, recuperó millones de dólares en sobornos y llevó a figuras políticas de alto nivel ante la justicia, en México la historia fue diferente. Aquí, el silencio y la inacción se impusieron, permitiendo que la maquinaria de la corrupción continuara operando sin consecuencias.

La comparación con otros países de Latinoamérica es dolorosa. En Perú, expresidentes y sus allegados fueron encarcelados. En Colombia, aunque con la tragedia de un posible asesinato de un testigo clave, la investigación avanzó. En Ecuador, República Dominicana y Argentina, la justicia alcanzó a figuras cercanas al poder. Incluso en Panamá, Honduras y Guatemala, a pesar de las dificultades, se han confiscado bienes relacionados con la trama de corrupción.

En México, la figura de Emilio Lozoya se erige como un símbolo de la impunidad. Mientras que en otros países los responsables enfrentan las consecuencias de sus actos, Lozoya, envuelto en acusaciones de corrupción, parece disfrutar de una vida de lujos e impunidad.

La llegada de la izquierda al poder hace siete años generó la esperanza de un cambio, de una ruptura con el ciclo de la corrupción. Sin embargo, la realidad ha sido decepcionante. La detención de Carlos Alberto Treviño, ex director de Pemex, abre una nueva ventana de esperanza. ¿Será este el punto de inflexión? ¿El inicio de una verdadera lucha contra la impunidad?

La figura de Treviño, ingeniero egresado del Tec de Monterrey con una trayectoria en el sector público, nos recuerda que la corrupción no discrimina. Su cercanía con expresidentes como Peña Nieto añade una capa de complejidad al caso. ¿Qué revelará Treviño sobre las altas esferas del poder? ¿Será su testimonio la llave para desmantelar las redes de corrupción que han operado durante años?

La detención de Treviño genera una serie de interrogantes cruciales: ¿Actuó solo o recibió instrucciones? ¿Se convertirá en testigo colaborador? ¿Hasta dónde llegará la investigación? Las respuestas a estas preguntas podrían sacudir los cimientos del poder en México. Si el dinero de la corrupción se utilizó en campañas políticas, las consecuencias podrían ser devastadoras para figuras de diferentes partidos, incluyendo el PRI, el PAN y Morena.

La impunidad es un cáncer que corroe las instituciones y la confianza de la ciudadanía. La detención de Treviño representa una oportunidad para romper con este ciclo perverso. Es imperativo que la justicia actúe con firmeza, sin importar las presiones políticas o económicas. Solo así se podrá restaurar la confianza en el sistema y construir un México más justo y transparente.

Fuente: El Heraldo de México