La historia del abuelito Hermenegildo ha conmovido a México entero. Imaginen la escena: un influencer, Moisés Jones, paseando por el Canal de la Cortadura en Tampico, grabando su vlog matutino, cuando de pronto se topa con un anciano nadando tranquilamente en las turbias aguas. Con la genuina preocupación de alguien que conoce los peligros de la zona, Moisés se acerca al abuelito y le advierte sobre la presencia de cocodrilos. Increíblemente, el hombre se muestra despreocupado, casi indiferente. Pero la tensión sube de golpe cuando un "Juancho", como llaman a los cocodrilos en la región, se acerca sigilosamente al nadador. La rápida reacción de Moisés, quien sin dudarlo ayuda al abuelito a salir del agua, evita una tragedia. El video del rescate, compartido en redes sociales, se viraliza rápidamente, mostrando al enorme cocodrilo alejándose, frustrado por la presa que se le escapó.

Lo que parecía una anécdota curiosa, un encuentro fortuito con final feliz, se transformó en algo mucho más profundo. Al ser rescatado, el abuelito, con una tranquilidad casi surrealista, agradece la ayuda, toma su bastón y minimiza el peligro. Menciona vivir cerca, haber salido "a cotorrear" y que regresaría a casa caminando una vez seco. Una historia que, hasta ese momento, pintaba para ser una muestra de la resiliencia y el espíritu despreocupado de algunos adultos mayores.

Sin embargo, la verdad era mucho más compleja. Detrás de la aparente calma del abuelito se escondía una historia de angustia familiar. Hermenegildo Uribe, de 87 años, no vivía en Tampico. Su hogar estaba en Ciudad Valles, San Luis Potosí, a cientos de kilómetros de distancia. Había desaparecido el día anterior, dejando a su familia desesperada, con una ficha de búsqueda activa. Gracias a la viralización del video, sus seres queridos lo reconocieron y contactaron a Moisés Jones, iniciando una carrera contrarreloj para encontrarlo.

La búsqueda se intensificó. Familiares de don Hermenegildo viajaron a Tampico, se coordinaron con las autoridades locales y se desplegó un operativo que mantuvo en vilo a la comunidad. Horas de incertidumbre que culminaron con una noticia inesperada: el abuelito había regresado a casa por sus propios medios. La imagen de don Hermenegildo descansando plácidamente en un camastro, difundida por la familia, trajo alivio y cerró un capítulo que osciló entre el peligro, la angustia y la esperanza.

Quedan interrogantes. ¿Cómo llegó don Hermenegildo desde Ciudad Valles hasta Tampico? ¿Qué lo motivó a adentrarse en las peligrosas aguas del Canal de la Cortadura? Si bien la familia confirmó que el abuelito se encuentra en pleno uso de sus facultades mentales, evitando comentarios sobre el incidente con el cocodrilo, la historia de su aventura involuntaria deja una profunda reflexión sobre la importancia de la atención a nuestros adultos mayores, la fuerza de las redes sociales y la inesperada cadena de eventos que pueden desencadenarse a partir de un simple paseo por el canal. Un recordatorio de que, a veces, las historias más extraordinarias se esconden detrás de las apariencias más sencillas.