
14 de agosto de 2025 a las 09:30
PSG Vence al Tottenham: ¡Campeones de la Supercopa!
La noche en Udine fue una auténtica montaña rusa de emociones. Un partido que quedará grabado en la retina de los aficionados por mucho tiempo, una final de Supercopa de Europa con todos los ingredientes: un Tottenham que llegó contra todo pronóstico, un PSG que parecía invencible, un vuelco inesperado en el marcador y una tanda de penaltis agónica. ¿Quién podría pedir más?
El Friuli, testigo de excepción, vibró con cada jugada, con cada grito, con cada lamento. En las gradas, la euforia y la desolación se entrelazaban en un baile frenético. Los aficionados del Tottenham, que viajaron a Italia con la esperanza intacta a pesar de las adversidades, tocaron el cielo con las manos durante casi todo el encuentro. Ver a su equipo, mermado por la salida de Son, plantarle cara al gigante parisino, incluso dominarlo y ponerse por delante con dos goles de ventaja, era un sueño hecho realidad. La victoria parecía asegurada, el trofeo a punto de viajar a Londres. ¿Quién hubiera imaginado un escenario tan favorable tras la salida de su estrella y la apabullante temporada del PSG?
Pero el fútbol, caprichoso como siempre, tenía reservada una sorpresa. El PSG, herido en su orgullo, sacó a relucir su ADN campeón. Ese espíritu indomable que les ha llevado a la cima del fútbol europeo. Con Luis Enrique al mando, la remontada parecía posible, incluso cuando el reloj apretaba y el abismo se abría ante ellos. Kang-in, con un golazo que encendió la mecha de la esperanza, y Gonçalo Ramos, con un tanto agónico en el descuento, forzaron la prórroga y llevaron la final a la lotería de los penaltis. El estadio rugía, la tensión era palpable.
En la tanda, la suerte, esa compañera inseparable del fútbol, se alió con los parisinos. El Tottenham, exhausto física y mentalmente tras el duro golpe recibido, no pudo mantener la compostura y vio cómo el sueño se desvanecía entre los dedos. La celebración del PSG, contenida al principio, explotó con la fuerza de un volcán. La Supercopa era suya, un nuevo título para sus vitrinas, un paso más hacia el anhelado sextete.
Más allá del resultado, la final de Udine dejó una enseñanza invaluable: en el fútbol, como en la vida, nunca se puede dar nada por sentado. El Tottenham, a pesar de la derrota, demostró coraje, garra y un juego admirable. El PSG, por su parte, confirmó su condición de potencia mundial, capaz de sobreponerse a las dificultades y luchar hasta el último aliento. Y Luis Enrique, el arquitecto de este equipo imparable, sigue agrandando su leyenda. ¿Hasta dónde llegará este PSG? Solo el tiempo lo dirá. Pero una cosa está clara: el espectáculo está garantizado.
La figura de Luis Enrique merece un capítulo aparte. El técnico asturiano ha conseguido ensamblar un equipo plagado de estrellas, creando una sinergia perfecta entre el talento individual y el juego colectivo. Su apuesta por el fútbol ofensivo, basado en la posesión y la presión alta, ha convertido al PSG en una máquina de hacer goles. Pero más allá de la táctica, Luis Enrique ha sabido transmitir a sus jugadores una mentalidad ganadora, una ambición insaciable que les impulsa a superar cualquier obstáculo. El sextete, un objetivo que parecía una quimera hace apenas unos años, ahora se vislumbra en el horizonte como una posibilidad real. Y con Luis Enrique al timón, el PSG está preparado para navegar hacia la gloria.
Fuente: El Heraldo de México