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14 de agosto de 2025 a las 16:30

Justicia para Moni en Coyoacán

La indignación recorre la Ciudad de México tras el escalofriante caso de Moni, una perrita cuya vida fue brutalmente arrebatada. El silencio de la justicia, a menudo sordo al sufrimiento animal, finalmente se ha roto con la vinculación a proceso de Flor N, una mujer de 77 años acusada de crueldad animal. La audiencia, un escenario de tensión y dolor, duró más de dos horas y media, tiempo suficiente para que la evidencia, contundente e irrefutable, señalara a la acusada como responsable de la muerte de Moni. La defensa, aferrada a argumentos sobre supuestas amenazas y violaciones al debido proceso, no pudo desviar el curso de la justicia. Incluso la edad de la acusada, un factor que a menudo busca la clemencia, no fue suficiente para eludir la responsabilidad. El juez, firme en su decisión, sentenció que Flor N, consciente de la ilegalidad de sus actos, debía enfrentar las consecuencias. La medida cautelar, la firma periódica en el penal de Santa Martha Acatitla, y el plazo de un mes para el cierre de la investigación, marcan un precedente: la crueldad animal no quedará impune.

Este caso, el primero de su tipo en la Ciudad de México, abre una brecha de esperanza para los defensores de los derechos de los animales. La historia de Moni, un relato de pérdida y dolor, comenzó a finales de mayo de 2024 con su desaparición en las calles de Coyoacán. Un mensaje anónimo, una pista en la oscuridad, guió a la familia de Moni hacia su vecina. La negación inicial de la acusada se desmoronó ante la contundencia de un video que la mostraba con la perrita. Días después, el horror se materializó: el cuerpo sin vida de Moni fue encontrado enterrado en el patio del edificio, un macabro secreto oculto bajo la ventana de la presunta asesina.

La noticia, como una onda expansiva, detonó la indignación en redes sociales. Usuarios y colectivos animalistas, unidos por el dolor y la rabia, amplificaron el caso, exigiendo justicia para Moni y seguridad para otros animales. Testimonios surgieron de las sombras, acusando a Flor N de un historial de violencia contra animales, un patrón de crueldad que ahora, finalmente, salía a la luz. La necropsia, un crudo testimonio del sufrimiento de Moni, reveló la magnitud de la barbarie: shock hipovolémico, tres costillas rotas, vértebras fracturadas, órganos internos dañados y un derrame interno causado por la explosión de vísceras. La imagen de un bate, el presunto instrumento de tortura, se suma a la pesadilla.

Más allá de la indignación, el caso de Moni nos obliga a reflexionar sobre la necesidad de una sociedad más empática y respetuosa con los animales. La justicia, aunque tardía, ha comenzado a escribir un nuevo capítulo en la defensa de los seres sintientes. El camino es largo, pero la lucha por un mundo donde la crueldad animal sea erradicada, continúa. La memoria de Moni, convertida en símbolo de esta lucha, nos recuerda que el silencio es cómplice y que la justicia, aunque a veces lenta, finalmente llega.

Fuente: El Heraldo de México