La historia de Marisela Castaños y su incansable lucha por el bienestar animal en Sinaloa nos conmueve y nos invita a la reflexión. Imaginen la escena: un perro atado bajo el sol implacable, la cuerda mordiendo su piel, la sed consumiéndolo, la mirada perdida en el horizonte esperando una mano amiga que nunca llega. Este escenario, lamentablemente común, revela la indiferencia que a veces nos envuelve y nos hace olvidar nuestra responsabilidad con los seres más vulnerables. Marisela, con su valentía y perseverancia, se enfrenta a esta realidad día tras día, rescatando animales del abandono, el maltrato y la crueldad.

Balto y Togo, la iniciativa que lidera, no es solo un refugio; es un faro de esperanza para cientos de animales que han conocido el lado más oscuro de la humanidad. Más de 260 perros y gatos han encontrado en este espacio un oasis de paz, un lugar donde sanar sus heridas físicas y emocionales. Angelo, el husky que perdió una pata pero no la alegría; Polka, la perrita anciana que recibe cuidados especiales para sobrellevar su artritis y problemas de visión; y Manchas, cuya agresividad se transformó en sociabilidad gracias al amor y la paciencia del equipo, son solo algunos ejemplos del poder transformador del amor y la dedicación.

La labor de Marisela, inspirada por el ejemplo de su madre, se extiende más allá de las paredes del refugio, llegando a comunidades como Mazatlán, Los Mochis, Navolato y Guasave. Su trabajo no se limita al rescate; implica también una lucha constante contra la impunidad. La activista denuncia la preocupante realidad de Sinaloa, donde la violencia no solo afecta a las personas, sino también a los animales, víctimas silenciosas de atropellos y maltratos. A pesar de la existencia de la Ley de Protección a los Animales de 2021, Marisela señala la falta de aplicación efectiva, una dolorosa realidad que deja a muchos animales desprotegidos.

¿Qué podemos hacer ante esta situación? Marisela y su equipo nos extienden una invitación a ser parte del cambio. Adoptar con responsabilidad, entendiendo que un animal no es un juguete, sino un ser vivo que requiere cuidados, atención y amor. Ofrecer nuestro tiempo como voluntarios en el refugio, brindando compañía, cariño y apoyo en las tareas diarias. Realizar donaciones, ya sean en especie o económicas, para asegurar que los animales tengan alimento, atención médica y un lugar digno donde vivir. Promover campañas de esterilización masiva, una medida fundamental para controlar la sobrepoblación y prevenir el abandono. Y, por supuesto, denunciar cualquier caso de maltrato animal, alzando la voz por aquellos que no pueden hacerlo por sí mismos.

La historia de Marisela Castaños es un llamado a la acción, una inspiración para construir un mundo donde el rescate animal no sea necesario, un mundo donde la compasión y el respeto sean la norma. Un mundo donde cada animal tenga la oportunidad de vivir una vida digna, libre de sufrimiento y llena de amor. Únete a esta causa, sé parte de la solución. El futuro de los animales está en nuestras manos.