El amanecer del domingo 13 de agosto pintó una escena surrealista en el libramiento Oscar Flores Tapia de Ramos Arizpe. Imaginen la escena: el sol apenas asomándose, la carretera aún fresca por la noche, y de pronto, un torbellino de plumas y cacareos irrumpe la calma. Un tráiler, cargado con su preciado cargamento de aves de corral, yace volcado sobre el asfalto, liberando a cientos de gallinas y pollos que, desorientados pero libres, transforman la vía en un improvisado corral.

A las 6:30 de la mañana, el rugido del motor del tráiler conducido por Carlos Martínez, de 28 años, se vio interrumpido por el chirrido de las llantas y el estruendo del metal contra el pavimento. La curva en el kilómetro 1 del libramiento, que tantas veces había tomado sin incidentes en su ruta hacia el ejido Puerto México, esta vez se convirtió en el escenario de un accidente inesperado. Según relata el propio conductor, la velocidad a la que intentaba incorporarse al libramiento le jugó una mala pasada, haciéndole perder el control del pesado vehículo.

La imagen posterior al accidente era digna de una película cómica, si no fuera por la seriedad del percance. Un mar de plumas blancas y marrones inundaba el asfalto. Gallinas cacareando desorientadas, pollos correteando entre los vehículos que frenaban bruscamente para evitar atropellarlos. El caos vial se apoderó del libramiento, transformando la habitual fluidez del tráfico en un atasco salpicado de plumas y graznidos.

Afortunadamente, la pericia del conductor y las medidas de seguridad del tráiler evitaron una tragedia mayor. Carlos Martínez, aunque conmocionado por el incidente, salió ileso. Los valientes bomberos de Ramos Arizpe y el equipo de Rescate Urbano llegaron rápidamente al lugar, atendiendo al conductor y evaluando la situación. A pesar del susto, Martínez no requirió traslado a ningún centro médico.

Sin embargo, el trabajo apenas comenzaba. La prioridad era despejar la vía y rescatar a las aves supervivientes. El libramiento Oscar Flores Tapia fue cerrado al tráfico, generando importantes retrasos para los conductores que transitaban por la zona. Mientras las grúas se afanaban en levantar el tráiler volcado, los bomberos y voluntarios se dedicaron a la ardua tarea de capturar a las aves dispersas, una labor que requirió paciencia, destreza y, seguramente, un buen par de guantes.

Este incidente nos recuerda la importancia de respetar los límites de velocidad y conducir con precaución, especialmente al manejar vehículos pesados. Un instante de descuido puede tener consecuencias inesperadas, transformando una carretera en un gallinero improvisado y generando un caos que afecta a muchos. ¿Cuántas de estas aves habrán llegado a su destino final? ¿Cuál será el destino del conductor y la empresa responsable del transporte? Las preguntas quedan en el aire, mientras la imagen de las gallinas correteando por el libramiento se graba en la memoria colectiva como un recordatorio peculiar de lo impredecible que puede ser la vida en la carretera.