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13 de agosto de 2025 a las 09:35

Noroña: ¿Qué sigue?

El reloj avanza inexorablemente hacia el 14 de agosto, fecha que marcará el fin de una era, al menos en el ámbito legislativo mexicano. Una era que, para muchos, rozó lo inverosímil: la presidencia del Senado a cargo de Gerardo Fernández Noroña. Un personaje que, con su peculiar estilo, ha transitado de la aparente subvaloración a una posición de privilegio que, según algunos, supo capitalizar con astucia.

Recordemos el clima de incredulidad que se respiraba en los pasillos del Senado cuando se anunció su nombramiento. "Es poco tiempo, se va rápido, tan sólo es un año", era el mantra que se repetía con la esperanza de un interludio breve y sin sobresaltos. Un suspiro, pensaron algunos. Pero el suspiro se extendió, se prolongó, se convirtió en un año completo de Noroña al frente de la Cámara Alta, un año que, sin duda, ha dejado huella.

La autorización presidencial para su ascenso a la Mesa Directiva buscaba, según las voces que se filtraban desde Palacio Nacional, apaciguar al controvertido legislador. La estrategia, si es que alguna vez existió, no dio los frutos esperados. Noroña, con la investidura de presidente del Senado, no abandonó su característico estilo, sino que, al contrario, algunos argumentan que lo amplificó.

El 14 de agosto no solo marca el fin de su presidencia, sino también el adiós a las canonjías asociadas al cargo. Se acabaron los foros internacionales representando a la Cámara Alta, los viáticos disminuirán considerablemente y, en teoría, también la atención mediática. Aunque, siendo realistas, ¿alguien cree que Noroña pasará desapercibido? "No necesita la presidencia del Senado para seguir siendo Noroña", afirman quienes conocen su trayectoria. La polémica, el debate encendido, las declaraciones que desafían la prudencia, son su sello personal, su marca registrada.

Se espera, o al menos esa es la instrucción que se rumorea desde las altas esferas, que tras su paso por la presidencia del Senado, Noroña se convierta en "un legislador más de Morena". Que baje el volumen, que modere sus expresiones, que se adapte a la disciplina partidista. Un reto, sin duda, para un personaje que ha hecho de la irreverencia su bandera.

La investidura, sin embargo, exige ciertas formas, cierto decoro, una prudencia que, en ocasiones, ha estado ausente en las intervenciones del legislador. Si bien su estilo directo y sin tapujos le ha granjeado la simpatía de un sector de la población, también ha generado controversia y malestar en otros.

El relevo en la presidencia del Senado estará a cargo de una mujer, un cambio que, según se comenta en los círculos políticos, traerá calma a Palacio Nacional. La incógnita es si esa calma se mantendrá a pesar de la presencia de Noroña en el Senado, un legislador que, aunque sin la investidura presidencial, ha demostrado tener la capacidad de generar situaciones incómodas para "la compañera presidenta". El tiempo, implacable como siempre, nos dará la respuesta. Mientras tanto, el 14 de agosto se acerca y con él, el fin de una presidencia singular, una presidencia “noroñesca”.

Fuente: El Heraldo de México