
Inicio > Noticias > Salud Infantil
13 de agosto de 2025 a las 04:00
El llanto del bebé: ¿Un grito de auxilio?
El llanto de un bebé, esa melodía a veces desgarradora que llena los hogares, es mucho más que un simple ruido. Es su único idioma, la única herramienta que poseen para comunicarnos sus necesidades, desde el hambre más básica hasta el consuelo más profundo. Por generaciones, hemos escuchado consejos que van desde dejarlos llorar "para que fortalezcan sus pulmones" hasta "para que aprendan a dormir solos". Pero la neurociencia, con su mirada cada vez más precisa, nos desvela una realidad distinta, una que nos invita a repensar la forma en que respondemos a ese llamado infantil.
Lejos de ser una estrategia de manipulación o un capricho, el llanto de un bebé es una señal de alerta, un grito desesperado en un mundo que aún desconoce. Imaginen por un instante encontrarse en un lugar completamente extraño, sin la capacidad de hablar, sin entender lo que sucede a su alrededor, y con una necesidad imperiosa que no pueden expresar. Esa es la realidad de un bebé. Ignorar su llanto, dejarlo sumido en esa angustia, no solo es cruel, sino que tiene consecuencias profundas y duraderas.
La neurociencia ha demostrado que la respuesta cariñosa y atenta a las necesidades del bebé, especialmente en sus primeros meses de vida, es crucial para el desarrollo de su cerebro. Cuando un bebé llora y recibe consuelo, su cerebro libera oxitocina, la hormona del amor y el apego, que le ayuda a sentirse seguro y protegido. Esta sensación de seguridad es fundamental para el desarrollo de un apego seguro, que a su vez sienta las bases para una vida adulta plena y saludable.
Por el contrario, cuando el llanto de un bebé es ignorado sistemáticamente, su cerebro libera cortisol, la hormona del estrés. La exposición prolongada al cortisol en etapas tempranas de la vida puede tener consecuencias devastadoras para el desarrollo cerebral, aumentando el riesgo de problemas emocionales, de comportamiento y de salud mental en la edad adulta.
No se trata de malcriar a los bebés, sino de brindarles el apoyo emocional que necesitan para crecer sanos y seguros. Atender su llanto no los convertirá en niños dependientes, sino en adultos independientes y resilientes, capaces de afrontar los desafíos de la vida con confianza.
Abrazar, acunar, hablar con ternura, ofrecer el pecho o el biberón: estos pequeños gestos, aparentemente insignificantes, son en realidad inversiones invaluables en el futuro de nuestros hijos. Son la base de una sociedad más empática, más compasiva, donde el llanto de un bebé sea escuchado y atendido, no como una molestia, sino como una llamada a la conexión, a la ternura, al amor incondicional.
La crianza respetuosa no es una moda pasajera, es una necesidad biológica y emocional. Es una inversión en el futuro, no solo de nuestros hijos, sino de la humanidad entera. Es hora de dejar atrás los mitos y los prejuicios, y escuchar la voz de la ciencia, que nos invita a abrazar la ternura y a responder con amor al llamado de nuestros pequeños.
Fuente: El Heraldo de México