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13 de agosto de 2025 a las 09:30

Descubre El Segundo Camino

La democracia, un ser vivo en constante evolución, se nutre del debate y la reforma. A lo largo de la historia de México, hemos sido testigos de cómo las modificaciones a nuestras leyes electorales, muchas veces impulsadas por la oposición, han ampliado la participación ciudadana y fortalecido nuestras instituciones. Recordemos los años 70, cuando el PRI, en respuesta a la presión de la oposición, cedió terreno, abriendo espacios a nuevos actores políticos. Se amplió la representación en la Cámara de Diputados, se crearon los diputados plurinominales, nació el IFE y la credencial de elector, y se garantizó el acceso a los medios de comunicación. Estos cambios, producto de la "catafixia" política, fueron conquistas de una oposición sólida, la misma que hoy ocupa el poder.

Ahora, el escenario es distinto. La propuesta de reforma no surge de la oposición, sino del Palacio Nacional. La Presidenta ha anunciado un proceso de consultas públicas y debates en torno a temas cruciales para nuestra democracia: las libertades políticas, la representación proporcional, el financiamiento y fiscalización de los partidos, la efectividad del sufragio, la regulación de la competencia política, la propaganda electoral, las autoridades administrativas y jurisdiccionales, los requisitos de elegibilidad, las consultas populares y la revocación de mandato. Un ambicioso proyecto que nos invita a reflexionar sobre el futuro de nuestro sistema electoral.

Uno de los puntos más relevantes es la incorporación de las nuevas tecnologías. En un mundo cada vez más digitalizado, la pregunta es inevitable: ¿Estamos listos para dar el salto a las urnas electrónicas o incluso al voto por internet? Experiencias internacionales, como las de Bélgica, Brasil, Bulgaria, Emiratos Árabes Unidos, Estonia, Suiza y Australia, nos muestran diferentes modelos de modernización electoral. Incluso México ha dado sus primeros pasos en esta dirección, con el voto electrónico para los mexicanos residentes en el extranjero en las pasadas elecciones federales.

Ante este panorama, surge una pregunta crucial: ¿Es el momento de que México se convierta en pionero, implementando el voto por internet y utilizando datos biométricos, aprovechando la nueva CURP con estas características? La posibilidad está sobre la mesa, y con la mayoría legislativa que ostenta Morena y sus aliados, la aprobación de estas reformas parece viable.

Ante esta situación, la oposición se encuentra en una encrucijada. Podría optar por la resistencia pasiva, refugiarse en las redes sociales y denunciar una supuesta "dictadura". O bien, podría elegir el camino del diálogo y la participación constructiva, aportando sus ideas y luchando por un México más democrático. PRI, PAN y MC tienen la oportunidad de demostrar su compromiso con el país, participando activamente en la discusión y defendiendo sus propuestas con gallardía.

La historia nos ha enseñado que la democracia se construye con la participación de todos. La oposición, en lugar de limitarse a la crítica desde el sofá de las redes sociales, tiene la responsabilidad de enriquecer el debate con propuestas serias y de altura. El futuro de nuestras elecciones está en juego, y la participación responsable de todos los actores políticos es fundamental para fortalecer nuestra democracia.

En 2018, la oposición sufrió una derrota contundente. Es hora de reflexionar sobre los errores del pasado y renovarse. Los partidos políticos deben dejar de ser "franquicias" controladas por pequeños grupos y abrirse a la participación ciudadana. La reforma electoral que se avecina es una oportunidad para que las bases recuperen el control de sus partidos y elijan dirigentes capaces de liderar el cambio. De lo contrario, el ciclo de derrotas continuará.

El camino a seguir es claro: diálogo, participación y compromiso con la democracia. La oposición tiene la oportunidad de demostrar su madurez política y contribuir a la construcción de un México más justo y democrático. Es hora de dejar atrás las viejas prácticas y abrazar el futuro con responsabilidad y visión de Estado.

Fuente: El Heraldo de México