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13 de agosto de 2025 a las 22:05

Amor y Verdad: El mensaje de Jesús según León XIV

En la calidez del Aula Paulo VI, un respiro ante el abrasador sol romano, el Papa León XIV se dirigió a los fieles congregados, extendiendo su saludo a aquellos que, impedidos por el espacio, seguían la Audiencia General desde el exterior y desde la Basílica de San Pedro, una muestra palpable de su cercanía y afecto pastoral. Su mensaje, parte del ciclo de catequesis "Jesucristo, nuestra esperanza, la Pascua de Jesús", resonó con especial fuerza al abordar un tema tan delicado como la traición, concretamente la que uno de los apóstoles infligiría a Jesús durante la Última Cena.

Con una precisión quirúrgica, el Papa León XIV citó el Evangelio de Marcos, recordando las palabras de Jesús: "En verdad os digo que uno de vosotros me va a entregar: uno que está comiendo conmigo". Pero lejos de la condena, el Santo Padre iluminó el significado profundo de estas palabras: un testimonio del amor verdadero, inseparable de la verdad. La forma en que Jesús revela la traición, sin estridencias ni acusaciones directas, invita a la introspección, a un examen de conciencia profundo. Cada apóstol se ve interpelado por la pregunta "¿Seré yo?", una pregunta que resuena a través de los siglos y llega hasta nosotros.

El Papa León XIV nos invita a hacernos esta misma pregunta, no desde la inocencia ingenua, sino desde la humildad del discípulo que reconoce su propia fragilidad. No es el grito desesperado del culpable, sino el susurro inquieto de quien, deseando amar, sabe que también puede herir. En ese reconocimiento, en esa honestidad consigo mismo, comienza el camino hacia la salvación.

Lejos de la humillación o el reproche, la revelación de Jesús es un acto de amor, un deseo profundo de salvar. Para ser salvados, debemos sentirnos involucrados, sentir el amor incondicional de Dios a pesar de nuestras faltas, reconocer la presencia del mal sin permitir que tenga la última palabra. Solo quien ha experimentado la profundidad de un amor verdadero puede comprender el dolor de la traición.

Jesús, en su infinita sabiduría, no se escandaliza ante nuestra fragilidad. Comprende la vulnerabilidad de la amistad, el riesgo inherente de la traición. Y aún así, confía. Comparte la mesa con sus discípulos, parte el pan incluso con aquel que lo entregará. Esta es la fuerza silenciosa de Dios, un amor que permanece inquebrantable, incluso ante el abandono.

La esperanza, nos recuerda el Papa León XIV, reside en la certeza de que aunque nosotros fallemos, Dios nunca nos fallará. Aunque lo traicionemos, su amor permanece constante. Si nos dejamos abrazar por ese amor, humilde, herido, pero siempre fiel, podemos renacer, dejar atrás la sombra de la traición y vivir como hijos amados. Una promesa de redención que resuena en el corazón de cada creyente.

Fuente: El Heraldo de México