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13 de agosto de 2025 a las 09:30

¡Adiós kilos de más! Vacaciones saludables para niños.

El verano, sinónimo de descanso y diversión para los más pequeños, se convierte, paradójicamente, en una época de riesgo para su salud. La despreocupación propia de las vacaciones, unida a la tentación de alimentos ultraprocesados y bebidas azucaradas, puede desencadenar un aumento de peso considerable, de uno a cuatro kilos, según advierte el Dr. Antonio Castañeda, director del Centro de Obesidad Dr. José Castañeda. Este incremento, aparentemente insignificante, encierra una problemática mucho mayor: no se trata solo de unos kilos de más, sino de la puerta de entrada a enfermedades que antes se consideraban propias de la edad adulta.

Imaginemos a un niño disfrutando de un helado bajo el sol, refrescándose con un refresco azucarado, picando entre horas golosinas y pasando largas tardes frente a la pantalla. Esta imagen, tan común en el periodo vacacional, esconde una realidad preocupante: el metabolismo infantil se ve alterado, incrementando el riesgo de desarrollar resistencia a la insulina, hipertensión e inflamación crónica, precursores de enfermedades graves como la diabetes e incluso algunos tipos de cáncer. La Secretaría de Salud ha identificado el exceso de peso en la infancia como un problema de salud pública de primer orden, y las cifras no hacen más que confirmar la gravedad de la situación.

La obesidad infantil, diagnosticada cuando el peso del niño supera en un 20% su peso ideal para su edad y estatura, no es un problema estético, sino una enfermedad crónica con consecuencias a largo plazo. El Dr. Castañeda alerta sobre un hecho crucial: los kilos ganados durante el verano raramente se pierden al retomar la rutina escolar. Al contrario, se acumulan, creando un efecto bola de nieve que puede desembocar en obesidad. Las estadísticas son alarmantes: según la SEP, cuatro de cada diez estudiantes en México presentan sobrepeso u obesidad. La ENSANUT 2022 refuerza este dato, indicando que cerca del 40% de los niños y adolescentes padecen esta condición, y las cifras aumentan precisamente durante las vacaciones.

Ante esta realidad, es crucial tomar medidas. El INSP ha propuesto una serie de recomendaciones que van desde la promoción de la lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses de vida, hasta la adopción de una dieta equilibrada y variada. No se trata de prohibir, sino de educar. Inculcar a los niños la importancia de una alimentación rica en frutas, verduras, legumbres y cereales integrales, limitando el consumo de carnes rojas, procesadas y productos ultraprocesados. Priorizar el agua como bebida principal y fomentar la actividad física son pilares fundamentales para un desarrollo saludable.

Pero el cambio no solo debe ocurrir en el ámbito familiar. Si bien las medidas implementadas en las escuelas, como la prohibición de la venta de comida chatarra, son un paso importante, no son suficientes. Es necesario un cambio de mentalidad, una verdadera educación nutricional que involucre a toda la sociedad. Campañas de concienciación, talleres para padres y una mayor formación nutricional en las escuelas son cruciales para combatir este problema de raíz. La salud de nuestros niños está en juego, y no podemos permitir que las vacaciones se conviertan en un periodo de riesgo para su bienestar.

Fuente: El Heraldo de México