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12 de agosto de 2025 a las 16:45

Vuelos Retrasados: Guía Paso a Paso

La reciente tormenta que azotó la Ciudad de México nos recuerda la fragilidad de nuestros planes de viaje frente a la fuerza de la naturaleza. El Aeropuerto Internacional Benito Juárez (AICM), un punto neurálgico de conexión para miles de personas diariamente, se vio obligado a suspender operaciones temporalmente, dejando a muchos viajeros con la incertidumbre de cómo llegar a sus destinos. Si bien las imágenes de un aeropuerto paralizado pueden generar frustración, es crucial entender las razones detrás de estas decisiones y conocer nuestros derechos como pasajeros.

La seguridad es la prioridad número uno en la aviación. Las fuertes lluvias no solo reducen la visibilidad, dificultando el despegue y aterrizaje seguro de las aeronaves, sino que también pueden comprometer la adherencia de las llantas a la pista, aumentando el riesgo de accidentes. Imaginen un avión intentando aterrizar en una pista inundada, con la posibilidad de hidroplanear y perder el control. La decisión de suspender las operaciones, aunque incómoda, es una medida preventiva esencial para salvaguardar la vida de los pasajeros y la tripulación.

Ante estas situaciones, la comunicación clara y oportuna es fundamental. El AICM, a través de sus canales oficiales, informó de inmediato sobre la suspensión de operaciones y la posible duración de la misma. Es vital mantenerse informado a través de las redes sociales y la página web del aeropuerto, así como contactando directamente a la aerolínea. Muchas aerolíneas también ofrecen aplicaciones móviles que permiten rastrear el estado de los vuelos y recibir notificaciones en tiempo real.

Ahora bien, ¿qué sucede con nuestros derechos como pasajeros en estos casos? La situación se complica cuando la causa del retraso o cancelación es ajena a la aerolínea. Si bien las aerolíneas tienen la responsabilidad de brindar asistencia a los pasajeros afectados por las inclemencias del tiempo, como acceso a internet, llamadas telefónicas, alimentos y, en algunos casos, hospedaje, la compensación económica no siempre está garantizada. A diferencia de las cancelaciones o retrasos por causas imputables a la aerolínea, donde existen protocolos claros de compensación, en casos de fuerza mayor como el mal clima, la responsabilidad recae en las autoridades aeroportuarias que toman la decisión de suspender las operaciones por seguridad.

Es importante destacar que cada aerolínea tiene sus propias políticas al respecto. Algunas ofrecen cambios de vuelo sin costo adicional, mientras que otras pueden ser más restrictivas. Por ello, es fundamental leer detenidamente las condiciones de compra del boleto y contactar a la aerolínea para conocer las opciones disponibles. Un consejo clave es documentar todo: guardar los comprobantes de compra, los comunicados de la aerolínea, y cualquier gasto adicional incurrido debido al retraso o cancelación.

En resumen, si bien las lluvias y las tormentas pueden desbaratar nuestros planes de viaje, la seguridad siempre debe prevalecer. Mantenerse informado, conocer nuestros derechos y comunicarnos con la aerolínea son las claves para navegar estas situaciones con la mayor tranquilidad posible. Recuerda que la paciencia y la comprensión son fundamentales en momentos como estos, donde la prioridad es la seguridad de todos.

Fuente: El Heraldo de México