
12 de agosto de 2025 a las 09:20
Pemex: ¿Renovables o un futuro incierto?
La sombra del cambio climático se cierne sobre la humanidad, impulsando a gobiernos e industrias a repensar sus modelos. La transformación energética no es una opción, sino una necesidad. En este escenario, la industria petrolera se encuentra en una encrucijada: adaptarse o perecer. Gigantes del sector, desde las frías aguas del Mar del Norte hasta el cálido Golfo de México, invierten en energías renovables, apostando por parques eólicos, plantas solares y la prometedora captura de carbono. Pemex, en este contexto, no se queda atrás y comienza a explorar las posibilidades de un futuro más verde. Su Plan Estratégico 2025-2035 propone la ingeniosa reconversión de plataformas marinas abandonadas en centros de generación de energía limpia. Una visión audaz, sin duda, pero plagada de desafíos.
El camino de Pemex hacia la energía renovable está sembrado de obstáculos. La pesada carga de una de las mayores deudas de la industria y una situación financiera delicada limitan su capacidad de maniobra. Si bien su plantilla cuenta con una vasta experiencia en hidrocarburos, el mundo de las renovables, especialmente en entornos marinos, es un territorio inexplorado. Además, la competencia por talento, infraestructura y capital con gigantes globales que ya dominan el sector será feroz.
En mercados emergentes como el mexicano, la rentabilidad de los proyectos renovables palidece en comparación con la de los combustibles fósiles. Mientras que los campos petroleros maduros ofrecen retornos de dos dígitos, la energía eólica marina lucha por competir sin el apoyo de subsidios o contratos a largo plazo. Esta disparidad desvía el capital hacia los recursos fósiles, retrasando la tan necesaria transición energética.
Para Pemex, la situación se complica aún más por el costo del capital. Los proyectos renovables suelen financiarse en dólares o euros, pero generan ingresos en pesos. La depreciación del peso mexicano encarece la deuda y erosiona la rentabilidad. El impacto de la volatilidad cambiaria es tangible y significativo, como lo demuestra la pérdida millonaria que Pemex sufrió en 2024 por este factor. Recursos que podrían haberse destinado a proyectos cruciales para el desarrollo del país, como la modernización del transporte público, se desvanecen por el efecto de la fluctuación monetaria.
Ante este panorama, el financiamiento climático emerge como una herramienta vital. Mecanismos innovadores, que combinan fondos concesionales, ingresos por financiamiento climático y garantías de bancos de desarrollo, ofrecen una solución para mitigar el riesgo cambiario, una de las principales barreras para la expansión de las energías renovables en países en desarrollo.
Si Pemex aprovecha estas herramientas, podría transformar sus proyectos en oportunidades atractivas para los inversionistas, reduciendo el costo del capital y acortando la brecha de rentabilidad. El financiamiento climático no solo es una inyección de capital, sino también un voto de confianza en la visión de un futuro energético más limpio.
La reconversión de plataformas petroleras abandonadas en centros de energía renovable es más que un proyecto; es un símbolo de la transformación que México necesita. Un mensaje al mundo de que el país está comprometido con la lucha contra el cambio climático y la transición hacia un modelo energético sostenible. Para que esta visión se convierta en realidad, se requiere un esfuerzo conjunto que involucre apoyo financiero, técnico y regulatorio. El futuro de la energía en México está en juego, y la oportunidad de liderar el cambio está al alcance de la mano.
Fuente: El Heraldo de México