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12 de agosto de 2025 a las 09:30

Pemex: Plan de acción moderado.

La petrolera estatal mexicana, Pemex, se encuentra en una encrucijada histórica. A pesar de los continuos intentos de los gobiernos por revitalizarla, la empresa sigue lastrada por una deuda monumental, una gestión ineficiente y la sombra de la corrupción. El recientemente presentado Plan Estratégico, si bien reconoce la necesidad de inversión y la participación privada, se queda corto en abordar los problemas de fondo que aquejan a la compañía. Se trata de un plan con luces y sombras, que deja entrever la compleja realidad de una empresa crucial para la economía del país.

Por un lado, el plan acierta al reconocer la imposibilidad de que Pemex se recupere por sí sola. La admisión de que se requiere una inyección continua de recursos fiscales y la apertura a la participación privada, aunque tímida, son pasos en la dirección correcta. La utilización de notas precapitalizadas para obtener financiamiento a menor costo, aunque potencialmente se traduzca en deuda pública, demuestra un intento por buscar soluciones creativas. Asimismo, la intervención de Banobras como intermediario para el pago a proveedores, con una bolsa de 250 mil millones de pesos, busca paliar el grave problema de impagos que ha afectado la cadena de suministro de la petrolera.

Sin embargo, el plan estratégico adolece de una falta de transparencia y claridad en aspectos cruciales. El eufemismo de “formaciones complejas” para referirse al fracking, evidencia una reticencia a reconocer abiertamente la necesidad de esta técnica para alcanzar los objetivos de producción de gas. Se trata de una estrategia comunicativa que busca evitar el rechazo social asociado a esta práctica, pero que a la larga puede generar desconfianza.

Más preocupante aún es el silencio en torno a temas fundamentales como la gestión del pasivo laboral, la seguridad en las plataformas, el robo de combustible, la corrupción en los contratos y la opacidad en la participación privada. Si bien se critica la herencia de las políticas neoliberales, se omite cualquier mención a la desastrosa administración actual y al papel del sindicato en la problemática de la empresa. Esta omisión selectiva de información crucial impide una evaluación completa de la situación y plantea serias dudas sobre la viabilidad del plan.

La falta de un plan concreto para abordar el pasivo laboral, una bomba de tiempo que amenaza la estabilidad financiera de Pemex, es particularmente alarmante. El sindicato, un actor clave en la ecuación, brilla por su ausencia en la discusión. ¿Cómo se pretende sanear las finanzas de la empresa sin abordar este tema crucial?

La seguridad en las plataformas petroleras, comprometida por la delincuencia organizada y la falta de inversión, es otro punto crítico que el plan ignora. El robo de combustible, un cáncer que drena los recursos de Pemex, tampoco recibe la atención que merece. Se habla de modernización y eficiencia, pero sin un plan concreto para combatir la corrupción y la impunidad, estos objetivos se antojan inalcanzables.

En definitiva, el Plan Estratégico para Pemex se presenta como una aspirina para una enfermedad crónica. Si bien contiene algunos aciertos, la falta de transparencia, las omisiones selectivas y la ausencia de un enfoque integral lo convierten en un documento insuficiente para resolver los problemas de fondo que aquejan a la petrolera. México necesita un plan audaz y transparente que no tema abordar las cloacas de la corrupción y la ineficiencia. Un plan que priorice la sostenibilidad a largo plazo sobre las ganancias políticas a corto plazo. El futuro de Pemex, y en gran medida el del país, depende de ello.

Fuente: El Heraldo de México