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12 de agosto de 2025 a las 03:20
Megadientes: ¡Mano a aleta con el Megalodón!
Sumérjanse en la fascinante historia de un descubrimiento que nos remonta a millones de años atrás, a una época en la que un colosal depredador dominaba los océanos: el megalodón. En las profundidades del cenote Maravilla, en Puerto Morelos, Quintana Roo, yacían ocultos dos dientes de este gigante prehistórico, esperando ser revelados al mundo. Imaginen la escena: un buzo, Juan Cardona, explorando las galerías subacuáticas a 28 metros de profundidad, en un ambiente reservado solo para expertos, se topa con estos vestigios de un pasado remoto. Corría el año 2019, y este hallazgo marcaría un hito en la paleontología de la región.
Uno de los dientes, perteneciente a un joven megalodón, fue entregado por Cardona a las autoridades. El otro, de dimensiones impresionantes, comparable al tamaño de una mano adulta, permanecía incrustado en la roca caliza, rodeado de otros fósiles marinos, testimonio silencioso de la vida que bullía en este lugar hace millones de años. Este último diente, perteneciente a un megalodón adulto, fue cuidadosamente recuperado en 2021 por el equipo del Gran Acuífero Maya (GAM), siguiendo un riguroso protocolo científico para garantizar su preservación. Actualmente, ambas piezas se exhiben con orgullo en la Sala 1 del Museo Regional de Costa Oriental, en Tulum, bajo la custodia del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), donde los visitantes pueden maravillarse con la magnitud de estas reliquias prehistóricas.
Tras el descubrimiento, los investigadores del GAM, con la colaboración del paleontólogo Gerardo González Barba, experto en tiburones fósiles de la Universidad Autónoma de Baja California Sur, se dedicaron a estudiar minuciosamente las piezas. A través de imágenes de alta resolución, confirmaron que pertenecían al Otodus (Megaselachus) megalodón, una especie que reinó en los océanos del Mioceno-Plioceno, entre 23 y 2.5 millones de años atrás. Este hallazgo, presentado en el XVI Congreso Nacional de Paleontología en 2019, representó el primer registro científico de la presencia de esta especie extinta en el territorio que hoy ocupa Quintana Roo.
¿Cómo llegaron estos dientes a descansar en las profundidades de un cenote? La historia que nos cuentan estos fósiles es aún más fascinante. Imaginen la península de Yucatán sumergida bajo las aguas, hace más de 15 millones de años. Los dientes, posiblemente desprendidos durante la vida o tras la muerte de los megalodones, se hundieron en el fondo marino, cubriéndose lentamente con capas de lodo calcáreo, como un pastel geológico. Millones de años después, con la emersión de la península y el proceso de disolución de la roca caliza por la lluvia, se formaron las cuevas y cenotes, revelando estos tesoros ocultos.
El megalodón, un titán que alcanzaba los 18 metros de largo, el doble que el actual tiburón blanco, habitó todos los mares del planeta, excepto los polares. Si bien se han encontrado restos de megalodón en otras partes de México, como Baja California, Chiapas y en otros cenotes y cuevas de la península de Yucatán, este descubrimiento en Quintana Roo es único y reviste una importancia singular. Los estudios del GAM sugieren que esta zona, cuando aún estaba sumergida, pudo haber sido un área de reproducción y alimentación para estos imponentes depredadores.
La historia no termina aquí. Conscientes de la importancia de preservar este patrimonio paleontológico, el GAM, con el apoyo de instituciones internacionales como la Embajada de Suiza en México y National Geographic Society, ha llevado a cabo una reproducción digital de los dientes. Este proyecto de preservación digital permite no solo conservar, sino también compartir con el mundo la maravilla de estos fósiles, garantizando que las futuras generaciones puedan conocer la historia del imponente megalodón que una vez reinó en los mares que hoy bañan las costas de Quintana Roo.
Fuente: El Heraldo de México