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12 de agosto de 2025 a las 09:10

Libres y Fuertes: ¡Únete!

Correr, mucho más que un deporte, se ha convertido en un fenómeno global, un testimonio de la capacidad humana para desafiar los límites de la edad. Ver a miles de corredores, jóvenes y veteranos, inundar las calles cada fin de semana nos confirma que la pasión por este deporte trasciende generaciones. Y dentro de este universo de corredores, son los mayores de 50 quienes nos inspiran con su tenacidad, demostrando que la edad es solo un número.

Observar a corredores veteranos en parques y avenidas se ha vuelto algo cotidiano. El auge de información sobre los beneficios del ejercicio para la salud y la longevidad, junto con el acceso a nuevas tecnologías, ha empoderado a muchos a retomar o iniciar su camino en el running, incluso a edades en las que antes se consideraba impensable. De hecho, según Runner's World, la edad promedio de quienes han conquistado los seis Majors – las maratones más prestigiosas del mundo – es de 50 años. Las estadísticas de participación en carreras de 21k y 42k corroboran esta tendencia: correr largas distancias no es un deporte exclusivo para jóvenes.

La clave para seguir corriendo con el paso de los años reside en la adaptación. Aceptar que nuestro cuerpo cambia y ajustar nuestros entrenamientos a esta nueva realidad es fundamental. Un estudio publicado en Dialnet sobre los beneficios y riesgos de la carrera de resistencia en corredores mayores, revela que, si bien los beneficios superan los riesgos, más del 60% de los corredores veteranos sufren lesiones anualmente, muchas veces relacionadas con el volumen de entrenamiento.

Esto se debe a la inevitable disminución y acortamiento de las fibras musculares con la edad. La regeneración muscular se ralentiza, prolongando la recuperación de las microlesiones producidas durante el entrenamiento. Si un corredor veterano se excede en la frecuencia e intensidad de sus entrenamientos, el riesgo de lesión aumenta considerablemente.

Por ello, para los mayores de 50, es crucial priorizar la recuperación en sus planes de entrenamiento. Escuchar a nuestro cuerpo y entender sus señales es primordial. A medida que envejecemos, la adaptación y el descanso se convierten en los pilares de un entrenamiento efectivo y seguro.

Correr un maratón a los 80 años no es el objetivo de todos, ni es necesario. Lo que realmente anhelamos es llegar a esa edad con independencia y vitalidad: levantarnos y sentarnos sin ayuda, subir escaleras con firmeza, cargar las compras sin dolor. El ejercicio es la herramienta que nos permite mantener esa fuerza y autonomía. Nuestro cuerpo cambia, es una realidad ineludible. Pero con las precauciones adecuadas, podemos envejecer con plenitud, disfrutando de la vida con la mayor libertad y fortaleza posible.

No se trata solo de correr, se trata de vivir plenamente cada etapa de la vida. Se trata de desafiar nuestras propias limitaciones y descubrir que la edad no define nuestra capacidad de superación. Se trata de inspirar a otros a través de nuestra pasión y perseverancia. Se trata, en definitiva, de correr hacia una vida plena y activa, sin importar los años que pasen.

Fuente: El Heraldo de México