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12 de agosto de 2025 a las 09:10

¿Guerra contra Venezuela y México?

La revelación del New York Times sobre la directiva secreta de Trump abre un nuevo y preocupante capítulo en la lucha contra el narcotráfico. No se trata simplemente de una escalada retórica, sino de una potencial redefinición de las reglas del juego, con implicaciones geopolíticas de gran calado. La designación de cárteles como organizaciones terroristas, incluyendo a grupos mexicanos, venezolanos y salvadoreños, sienta un precedente peligroso, difuminando las líneas entre la delincuencia organizada y el terrorismo, y abriendo la puerta a acciones militares unilaterales.

La justificación esgrimida por el senador Marco Rubio, argumentando la posesión de armamento sofisticado y el control territorial por parte de estos grupos, resulta inquietante. Si bien es innegable la capacidad de fuego y la influencia territorial de algunos cárteles, equipararlos a organizaciones terroristas implica una "securitización" del problema, un enfoque que prioriza la respuesta militar por encima de las estrategias de desarrollo social, prevención y fortalecimiento de las instituciones de justicia. Además, se ignora convenientemente el derecho internacional y las propias limitaciones legales internas de Estados Unidos para el uso de la fuerza en territorio extranjero, que requiere la autorización del Congreso.

La inclusión del Cártel de los Soles y la identificación de Nicolás Maduro como su líder, con una recompensa de 50 millones de dólares por su captura, añade una capa adicional de complejidad. La convergencia de los objetivos antidrogas de Trump y la agenda anti-Maduro de Rubio dibuja un escenario donde Venezuela podría convertirse en el primer laboratorio de pruebas de esta nueva estrategia. La referencia a operaciones como la de Noriega en Panamá o la de Bin Laden en Pakistán, deja entrever la posibilidad de acciones militares directas, con el riesgo de una escalada de violencia y inestabilidad regional.

En el caso de México, la situación es aún más delicada. Si bien la legitimidad del gobierno de la presidenta Sheinbaum no está en duda, la posible intervención estadounidense plantea interrogantes cruciales. ¿Cuáles serían los objetivos específicos contra los cárteles mexicanos? ¿Se limitaría la acción a grupos como el CJNG, o se extendería a los remanentes del Cártel de Sinaloa, liderados por los hijos del “Chapo” Guzmán y Ismael Zambada? ¿Estaría Estados Unidos dispuesto a llevar a cabo una operación militar ilegal en territorio mexicano, y bajo qué circunstancias?

La mención de la fiscal general Pam Bondi, enfatizando el vínculo de Maduro con el Cártel de Sinaloa, introduce un elemento adicional de incertidumbre. ¿Podría esta acusación extenderse a figuras políticas mexicanas? ¿Qué medidas tomaría el gobierno de Sheinbaum ante una eventual revelación de vínculos entre funcionarios y el crimen organizado? La presión sobre la presidenta es inmensa, y se ve obligada a actuar con firmeza contra la mayor amenaza para la seguridad de los mexicanos.

Este nuevo enfoque, impulsado por la administración Trump, representa un cambio de paradigma en la lucha contra el narcotráfico. La "securitización" del problema y la posibilidad de acciones militares unilaterales generan un panorama incierto y potencialmente peligroso, tanto para México como para la región. La comunidad internacional debe estar vigilante ante las posibles consecuencias de esta estrategia, y exigir el respeto al derecho internacional y la soberanía de los Estados. El diálogo, la cooperación y el fortalecimiento de las instituciones son fundamentales para abordar el complejo problema del narcotráfico, sin recurrir a soluciones simplistas y potencialmente desestabilizadoras. El futuro de la región está en juego.

Fuente: El Heraldo de México