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12 de agosto de 2025 a las 09:25

Fortaleza Conjunta: ¿Una Alianza Indispensable?

La proximidad geográfica y la profunda interdependencia entre México y Estados Unidos han forjado una relación compleja, similar a la de una familia, con sus momentos de armonía y sus inevitables desencuentros. Las recientes declaraciones sobre una posible intervención militar estadounidense en la lucha contra el crimen organizado en Latinoamérica han generado una ola de reacciones, obligando a figuras clave como Claudia Sheinbaum y Ron Johnson a navegar con cautela el agitado mar de la opinión pública. Más allá del ruido mediático, es crucial discernir entre la retórica política y la realidad de la cooperación bilateral. Sheinbaum y Johnson se han convertido en virtuosos de este delicado equilibrio, desactivando tensiones y reafirmando la soberanía de cada nación.

Es innegable la existencia de facciones dentro de la administración estadounidense que promueven una postura intervencionista, reminiscente de las estrategias empleadas en Irak o Afganistán. Estos grupos, a menudo caracterizados por una visión aislacionista y una comprensión superficial de la realidad latinoamericana, ejercen una influencia considerable a pesar de sus limitaciones. Ante este escenario, la solidez institucional se convierte en el baluarte que protege la relación bilateral de las embestidas ideológicas. La cooperación militar entre México y Estados Unidos, forjada a lo largo de décadas de trabajo conjunto, se erige como un ejemplo de pragmatismo y colaboración.

La transformación de la relación entre las fuerzas armadas de ambos países ha sido notable. En tan solo dos décadas, se ha logrado un avance equivalente a dos siglos de progreso, consolidando lazos de confianza y entendimiento mutuo. Las oficinas de enlace, las reuniones de alto nivel y los intercambios entre comandantes regionales y fronterizos han tejido una red de comunicación que trasciende las fluctuaciones políticas. A pesar de las resistencias iniciales, tanto la Secretaría de la Defensa Nacional como la Secretaría de Marina de México han priorizado la colaboración con el Comando Norte (NORTHCOM) y sus componentes, estableciendo un diálogo directo con actores clave en la seguridad regional.

Esta búsqueda de canales de comunicación estables es una constante en el ámbito internacional. Ante la volatilidad de la retórica política, las burocracias profesionales tienden a priorizar el diálogo con interlocutores serios y comprometidos. La relación México-Estados Unidos no es la excepción a esta regla. Fruto de las reuniones de trabajo entre las fuerzas armadas de ambos países, se ha desarrollado una Visión Estratégica Conjunta que define objetivos alcanzables a mediano y largo plazo. Si bien México cuenta con el talento humano necesario, la falta de recursos limita su capacidad para implementar plenamente esta visión.

Ante la creciente necesidad de cooperación, la formalización de la relación militar a través de la designación de México como Aliado Principal No Miembro de la OTAN (MNNA) se presenta como una opción viable y beneficiosa. Este estatus, establecido durante la administración Reagan, ha fortalecido las relaciones militares de Estados Unidos con países como Australia, Japón, Corea del Sur, Israel y Egipto. En Latinoamérica, Argentina, Brasil y Colombia ya ostentan esta designación.

Contrario a lo que algunos podrían pensar, la designación como MNNA no implica la instalación de bases militares estadounidenses en territorio mexicano ni la obligación de participar en conflictos bélicos. Por el contrario, ofrece a México acceso a recursos y financiamiento para la adquisición de equipo militar, así como prioridad en la recepción de artículos de defensa excedentes. Además, facilita la colaboración en proyectos de investigación y desarrollo (I+D) y abre la puerta a la participación de empresas mexicanas en licitaciones para la prestación de servicios de mantenimiento y reparación de vehículos aéreos, terrestres y navales de Estados Unidos en México. Esta dimensión industrial de la alianza fortalecería aún más la relación bilateral, generando beneficios económicos y tecnológicos para ambos países. En definitiva, la designación como MNNA se presenta como una oportunidad para consolidar la cooperación en materia de seguridad y desarrollo, impulsando una relación más sólida y productiva entre México y Estados Unidos.

Fuente: El Heraldo de México