El fulgor de Hollywood no ciega la admiración. Brad Pitt, un nombre que resuena en la constelación cinematográfica, ha vuelto a encender las redes sociales, no por un nuevo éxito en la gran pantalla, sino por una confesión inesperada, una declaración de admiración que ha dado la vuelta al mundo. El objeto de su devoción no es otra estrella del celuloide, sino una leyenda del asfalto: Valentino Rossi. "Daría todo por ser como él", confesó Pitt, desatando una ola de comentarios que recorrió el ciberespacio a la velocidad de una moto GP.

La admiración de Pitt por el multicampeón del motociclismo no es nueva. Ya en 2008, en una entrevista para la revista Riders Italian Magazine, el actor se deshizo en elogios hacia el italiano, calificándolo como un ídolo "por encima de todos". En un mundo donde las figuras públicas suelen mantener sus admiraciones en la esfera privada, la sinceridad de Pitt sorprende y conmueve. "Somos personajes públicos y es raro que tengamos ídolos", admitía el actor, "pero yo tengo uno que está por encima de todos".

¿Qué es lo que fascina a Brad Pitt de Valentino Rossi? No se trata solo de la destreza del piloto sobre dos ruedas, sino de una cualidad casi intangible: su serenidad. "Está siempre tranquilo, como invadido por un equilibrio que no parece ni humano", describía Pitt, maravillado por la capacidad de Rossi para dominar la máquina y la presión de la competición con una aparente facilidad. "Lo que hace con la moto es imposible", continuaba, "parece que pesa 30 kilos y es capaz de plegarse junto al asfalto sin caerse. Parece que baila, es arte puro".

Esta revelación ha cobrado nueva vida en el contexto del reciente estreno de la película "Fórmula 1", donde Pitt interpreta a un piloto. La pasión por la velocidad, latente en el actor, se ha visto reflejada en este proyecto, y la figura de Rossi resurge como una influencia inevitable. No es casualidad que Pitt, a lo largo de los años, haya amasado una colección de motocicletas que incluye joyas como una Harley-Davidson Shovelhead de 100.000 dólares, una MV Agusta Brutale 910, una Ducati, una Confederate Hellcat F124 e incluso una Vespa.

La admiración de Brad Pitt por Valentino Rossi es un testimonio de la fascinación que ejerce el deporte, la capacidad de trascender las barreras del entretenimiento y convertirse en una fuente de inspiración. Un recordatorio de que, incluso las estrellas más brillantes de Hollywood, pueden encontrar sus ídolos en los lugares más inesperados, en la precisión de un giro, en la serenidad ante la velocidad, en la danza de un hombre y su máquina sobre el asfalto. Una admiración que, lejos de disminuir con el tiempo, se reaviva con cada rugido de motor, con cada curva tomada al límite, con cada victoria del "mago" sobre dos ruedas.