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12 de agosto de 2025 a las 18:55
Domina las tormentas: Guía de supervivencia
Las tormentas eléctricas, esos espectáculos de luz y sonido que nos fascinan y atemorizan a partes iguales, son mucho más que un simple chaparrón. De hecho, se trata de fenómenos meteorológicos complejos que merecen nuestra atención y respeto. Más allá de la imagen romántica de la lluvia golpeando el cristal de la ventana, se esconde una poderosa fuerza de la naturaleza capaz de generar situaciones de riesgo. El Servicio Meteorológico Nacional, a través de la Conagua, nos mantiene informados no solo sobre la probabilidad de lluvia, sino también sobre la posible presencia de estas descargas eléctricas, un dato crucial para nuestra seguridad.
Recordemos el reciente partido de fútbol entre América y Querétaro, donde la amenaza de una tormenta eléctrica obligó a posponer el encuentro. Este ejemplo nos ilustra la importancia de tomar en serio los avisos meteorológicos. No se trata simplemente de evitar mojarnos, sino de prevenir accidentes y proteger nuestra vida.
Pero, ¿qué es exactamente una tormenta eléctrica? El Cenapred de la UNAM la define como una descarga violenta de electricidad atmosférica, manifestada en rayos y truenos, con su característico resplandor (relámpago). Estas tormentas, frecuentes entre mayo y octubre, pueden prolongarse hasta dos horas, un tiempo suficiente para causar estragos si no se toman las precauciones adecuadas.
La formación de una tormenta eléctrica es un proceso fascinante que involucra tres factores clave. En primer lugar, el calor del sol calienta el aire, provocando su ascenso rápido. Este aire ascendente forma nubes de tormenta, auténticas fábricas de electricidad donde las cargas eléctricas se separan. Cuando la diferencia de potencial entre la nube y el suelo, o entre distintas partes de la misma nube, alcanza un punto crítico, se produce la descarga eléctrica que percibimos como un rayo. El trueno, ese sonido atronador, es el resultado del rápido calentamiento del aire que rodea al rayo.
Ante la inminencia de una tormenta eléctrica, la clave está en la prevención. Buscar refugio en un edificio sólido, preferiblemente sin grandes ventanales, es la primera medida. Si nos encontramos en un vehículo, debemos estacionarlo, apagar el motor y cerrar las ventanas. Lugares como árboles aislados, postes, torres o estructuras metálicas son zonas de alto riesgo que debemos evitar a toda costa.
El agua, en cualquiera de sus formas, se convierte en un conductor de la electricidad durante una tormenta. Por ello, debemos alejarnos de ríos, lagos, piscinas y zonas mojadas. Darse un baño o usar agua corriente durante la tormenta es extremadamente peligroso. Desenchufar los aparatos electrónicos nos ayudará a protegerlos de posibles sobretensiones. El uso del teléfono fijo también está desaconsejado.
Si nos sorprende la tormenta al aire libre y no hay refugio cercano, debemos agacharnos, minimizar el contacto con el suelo y evitar los objetos metálicos. La regla 30-30, promovida por el Departamento de Seguros de Texas, es una herramienta útil: si escuchamos un trueno dentro de los 30 segundos de ver un relámpago, debemos buscar refugio de inmediato.
La Protección Civil también nos ofrece recomendaciones para antes de la tormenta: identificar las nubes oscuras, estar atentos a los rayos y truenos distantes, refugiarse en un edificio o en casa y proteger a los animales. Dentro de casa, el lugar más seguro es una cama con base de madera. En caso de presenciar un accidente por rayo, es fundamental llamar a emergencias y prestar primeros auxilios si estamos capacitados para ello. La prevención y la rápida actuación son claves para minimizar los riesgos asociados a las tormentas eléctricas.
Fuente: El Heraldo de México