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12 de agosto de 2025 a las 23:15

CDMX: Lluvias causan estragos

La furia de Tláloc se desató sobre la Ciudad de México, dejando tras de sí un panorama de calles convertidas en ríos, árboles derribados como gigantes vencidos y hogares luchando contra la inundación. La noche del lunes y la madrugada del martes fueron testigos de una precipitación torrencial que puso a prueba la infraestructura urbana y la capacidad de respuesta de las autoridades. Más de 32.5 millones de metros cúbicos de agua, una cifra que impresiona y preocupa a partes iguales, cayeron sobre la capital, superando con creces la capacidad de absorción del suelo y el sistema de drenaje.

El Plan Tlaloque Reforzado, la estrategia diseñada para enfrentar estas situaciones, se activó de inmediato, desplegando un ejército de trabajadores y maquinaria para combatir los estragos de la tormenta. Imaginen la escena: 88 vehículos, entre pipas, grúas, motocicletas y equipos de bombeo de emergencia, surcando las calles inundadas, una verdadera batalla contra los elementos. Bomberos, personal de la Secretaría de Gestión Integral del Agua (Segiagua), Protección Civil y la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) trabajaron sin descanso, una sinfonía de sirenas y motores rompiendo el silencio de la noche.

Las alcaldías más afectadas, Gustavo A. Madero y Venustiano Carranza, se convirtieron en el epicentro de los esfuerzos de rescate y auxilio. Calles emblemáticas como Eje 1 Norte y Gran Canal, habitualmente transitadas por miles de vehículos, se transformaron en cauces improvisados. Colonias como Pensador Mexicano y Camino a San Juan de Aragón, lugares llenos de vida y actividad, quedaron sumergidas bajo el agua, un recordatorio palpable de la fuerza de la naturaleza.

La alerta se extendió por toda la ciudad, un mosaico de colores que reflejaba la gravedad de la situación: amarillo en algunas zonas, naranja en otras y rojo en las más críticas. La Secretaría de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil (SGIRPC) emitió recomendaciones a la población: portar paraguas o impermeable, evitar zonas inundadas, mantener limpias las coladeras. Pequeñas acciones que, sumadas, pueden marcar la diferencia entre la seguridad y el peligro.

Pero más allá de la respuesta inmediata, la pregunta que resuena es: ¿qué podemos hacer para evitar que estas escenas se repitan? La respuesta, aunque compleja, apunta a una necesidad urgente: un cambio de hábitos. Las autoridades insisten en la importancia de no tirar basura en las calles, un gesto aparentemente insignificante que se convierte en un factor determinante en la obstrucción del drenaje. El 50% de los encharcamientos, la mitad de las inundaciones que paralizan la ciudad, tienen su origen en la acumulación de desechos.

La lucha contra las inundaciones no es solo una tarea de las autoridades, es una responsabilidad compartida. Cada botella de plástico, cada envoltorio, cada colilla que se tira a la calle, contribuye a agravar el problema. Es hora de tomar conciencia, de entender que la ciudad es nuestro hogar y que debemos cuidarla. El Plan Tlaloque Reforzado es una herramienta vital, pero la verdadera solución está en nuestras manos. La prevención, la cultura cívica y el respeto por el medio ambiente son las claves para construir una ciudad más resiliente, capaz de resistir los embates de la naturaleza.

Fuente: El Heraldo de México