
11 de agosto de 2025 a las 09:30
Seguridad fronteriza: México y EUA unidos
La seguridad en Norteamérica, un tema perennemente complejo, se ha visto históricamente marcado por la delicada danza entre la cooperación y los intereses nacionales, a menudo divergentes. Desde la Guerra Fría, con la firma del NORAD en 1958 entre Estados Unidos y Canadá, hasta los esfuerzos más recientes, la región ha buscado mecanismos para abordar conjuntamente sus desafíos de seguridad. Sin embargo, las asimetrías de poder y las sensibilidades nacionales han dificultado la consolidación de un marco verdaderamente integral y efectivo.
Recordemos el contexto posterior al 11-S, con la creación del Comando Norte, una iniciativa estadounidense que buscaba coordinar la defensa territorial con Canadá, México y Bahamas. Si bien se fortalecieron los lazos de cooperación, particularmente en los últimos 13 años mediante enlaces entre las secretarías de Defensa y Marina, la dinámica de la relación seguía marcada por la preponderancia estadounidense. Los acuerdos ejecutivos bilaterales entre Estados Unidos y sus vecinos del norte y del sur, enfocados principalmente en la seguridad fronteriza, evidencian la tendencia a abordar la problemática de manera fragmentada.
La ASPAN, impulsada por México en 2005, representó un intento por enmarcar la cooperación en un contexto más amplio, incluyendo la prosperidad económica y la facilitación del comercio. Aunque no se materializó como un tratado formal, sentó un precedente al reconocer la interconexión entre seguridad y desarrollo. Posteriormente, la Iniciativa Mérida, a pesar de sus limitaciones en recursos y alcance, introdujo el concepto de responsabilidad compartida en el combate al narcotráfico.
El Entendimiento Bicentenario, una ambiciosa propuesta del gobierno mexicano en la era Biden, buscó revitalizar la cooperación en materia de seguridad. Si bien no logró todos sus objetivos, permitió reintroducir el tema del tráfico de armas y rescatar el Grupo de Alto Nivel en materia de Seguridad (GANSEG), un mecanismo que buscaba institucionalizar la cooperación contra el narcotráfico.
Ante la amenaza de aranceles por parte de Estados Unidos, la propuesta de un acuerdo integral que abarque seguridad, comercio y migración reabre el debate sobre la mejor estrategia para abordar la compleja relación trilateral. Si bien existen voces que advierten sobre los riesgos de negociar temas tan sensibles en un contexto de asimetría, también es cierto que México cuenta hoy con mayor capacidad de negociación. La clave reside en aprovechar estas fortalezas para construir un acuerdo que beneficie a los tres países y promueva una región más segura y próspera.
La integración en materia de seguridad en Norteamérica es un proceso que requiere paciencia, diplomacia y una visión estratégica a largo plazo. No se trata de buscar acuerdos espectaculares, sino de construir confianza y mecanismos de cooperación que permitan abordar los desafíos compartidos de manera efectiva. El camino no es fácil, pero la apuesta por una Norteamérica más segura es una inversión que vale la pena.
Fuente: El Heraldo de México