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11 de agosto de 2025 a las 03:05
Ruido de motor: ¿qué dice de ti?
El rugido de un motor, el estruendo que corta el aire, la vibración que recorre el chasis… Para algunos, es una sinfonía mecánica, una expresión de potencia y libertad. Sin embargo, un reciente estudio de la Western University en Ontario, Canadá, arroja una sombra inquietante sobre esta pasión por los decibelios. La investigación, liderada por la profesora Julie Aitken Schermer, sugiere una correlación entre la preferencia por los autos ruidosos y rasgos de personalidad como la psicopatía y el sadismo.
Lejos de ser una simple cuestión de gustos, el estudio, que involucró a más de 500 estudiantes universitarios, plantea interrogantes sobre las motivaciones que subyacen a la búsqueda de la estridencia automovilística. ¿Se trata de una manifestación de individualismo extremo? ¿Una forma de reclamar atención, incluso a costa de la tranquilidad ajena? ¿O acaso esconde algo más profundo y perturbador?
La metodología empleada por la Dra. Schermer y su equipo consistió en una serie de preguntas dirigidas a explorar la relación de los participantes con sus vehículos. Interrogantes como "¿Consideras tu auto una extensión de ti mismo?", "¿Crees que los autos ruidosos son 'cool'?" o "¿Modificarías el escape de tu auto para hacerlo más ruidoso?" permitieron a los investigadores trazar un perfil de las preferencias acústicas de los participantes.
Pero el estudio fue más allá. A través del "Short Dark Tetrad", una prueba diseñada para evaluar rasgos de personalidad "oscuros", se exploró la posible conexión entre la afición al ruido y características como el narcisismo, el maquiavelismo, el sadismo y, crucialmente, la psicopatía.
Los resultados, aunque preliminares, son reveladores. Se observó una correlación significativa entre la preferencia por los autos ruidosos y la presencia de rasgos psicopáticos y sádicos. En el caso de la psicopatía, esto podría explicar la aparente indiferencia de algunos conductores hacia el impacto del ruido en su entorno. El estruendo, en lugar de ser una molestia, se convierte en una herramienta para provocar, para sobresaltar, para afirmar una dominancia sobre el espacio público.
El sadismo, por su parte, añade una capa aún más oscura a la ecuación. La posibilidad de que el ruido sea utilizado como una forma de infligir, aunque sea indirectamente, una forma de malestar a los demás, es una perspectiva inquietante que merece ser explorada en mayor profundidad.
Es importante destacar que estos hallazgos no implican que todos los amantes de los autos ruidosos sean psicópatas o sádicos. La correlación, como bien sabemos, no implica causalidad. Sin embargo, el estudio abre una ventana fascinante al complejo mundo de las motivaciones humanas y nos invita a reflexionar sobre las implicaciones sociales de nuestras preferencias, incluso aquellas que parecen tan inocentes como el gusto por el rugido de un motor.
¿Qué nos dice el ruido que elegimos escuchar? ¿Qué revela sobre nosotros mismos y nuestra relación con el mundo que nos rodea? Estas son preguntas que, sin duda, seguirán resonando en el debate público, mucho después de que se apague el último eco del motor. El estudio de la Dra. Schermer es un primer paso, un llamado a la reflexión que nos invita a explorar los rincones más oscuros de la psique humana, allí donde el ruido se convierte en un lenguaje y la velocidad, en una forma de escape.
Fuente: El Heraldo de México