
11 de agosto de 2025 a las 09:30
Ruedas Responsables
El rugido ensordecedor que corta el aire de la ciudad, ese que nos sobresalta en medio de la cotidianidad, se ha vuelto lamentablemente familiar. Las motocicletas, ese vehículo ágil y práctico que ha conquistado las calles de la Ciudad de México, también se ha convertido en una fuente creciente de contaminación acústica, un problema que afecta nuestra salud, nuestro bienestar y la calidad de vida en la capital. No se trata de demonizar a las motocicletas en sí, sino de abordar un problema concreto: la modificación irresponsable de los escapes que transforma un medio de transporte en una máquina de ruido.
Imaginen por un momento el estrés constante de vivir en un ambiente saturado de decibeles. La dificultad para concentrarse, el insomnio, la irritabilidad, incluso problemas cardiovasculares, son solo algunas de las consecuencias que la OMS ha documentado sobre la exposición prolongada a ruidos excesivos. Y en la Ciudad de México, octava ciudad más ruidosa del mundo según este organismo, el problema es real y tangible. Estudios de la UNAM revelan que una motocicleta con escape alterado puede alcanzar los 95 decibeles, muy por encima de los 55 que el ser humano tolera de manera saludable. Estamos hablando de un atentado constante contra nuestra salud auditiva y mental.
Pero la problemática no se limita al ruido. Las cifras de la Secretaría de Movilidad son alarmantes: casi la mitad de las muertes en accidentes de tránsito corresponden a motociclistas, y un porcentaje significativo de estas víctimas son menores de edad. Jóvenes que, por falta de experiencia, por la imprudencia propia de la edad, o por la irresponsabilidad de los adultos que les permiten conducir, se enfrentan a riesgos innecesarios. Ver a un menor pilotando una motocicleta sin casco, zigzagueando entre el tráfico, es una imagen que debería preocuparnos a todos. No podemos seguir permitiendo que la falta de conciencia y la laxitud en la aplicación de las normas pongan en peligro la vida de nuestros jóvenes.
Por eso, la iniciativa de reforma a la Ley de Movilidad que hemos presentado en el Congreso de la Ciudad de México no busca castigar, sino concientizar. Proponemos campañas informativas que alerten sobre los peligros de alterar los escapes y las consecuencias de permitir que menores conduzcan motocicletas. Necesitamos educar, sensibilizar, promover una cultura vial responsable que beneficie a todos. Imaginen una ciudad donde el sonido del tráfico sea un murmullo de fondo y no un rugido constante. Una ciudad donde los jóvenes puedan disfrutar de su juventud sin exponerse a riesgos innecesarios. Esa es la ciudad que queremos construir, y para lograrlo, necesitamos la colaboración de todos.
La educación vial no es un tema menor, es una inversión en el futuro, en la salud y en la calidad de vida de todos los que habitamos esta gran ciudad. Invirtamos en conciencia, invirtamos en un futuro más silencioso y seguro. El cambio empieza con cada uno de nosotros.
Fuente: El Heraldo de México