
11 de agosto de 2025 a las 09:35
El Gatopardo: Secretos de México
Las paredes susurran historias. Los rostros enmarcados en las fotografías de esos restaurantes tradicionales, esos templos culinarios del centro histórico de la Ciudad de México, no son meros adornos. Son un espejo, un reflejo, a veces distorsionado, de la compleja trama del poder en México. Cada imagen, desde los políticos olvidados que soñaron con la silla presidencial hasta la nueva clase política que se presenta como emergente, pero que reproduce las mismas ansias de dominio, narra un capítulo de nuestra historia política y social. Observándolas con detenimiento, uno no puede evitar recordar la inmortal obra de Giuseppe de Lampedusa, "Il Gatopardo". Una novela que, aunque ambientada en la Sicilia del siglo XIX, resuena con una fuerza inquietante en la realidad mexicana. El cambio para que todo siga igual. Esa danza de transformaciones superficiales que ocultan la permanencia de las estructuras de poder.
La burguesía italiana reemplazando a la nobleza, ¿acaso no es un eco de lo que hemos visto una y otra vez en nuestro país? Nuevos nombres, nuevos rostros, pero las mismas prácticas, las mismas ambiciones. ¿Realmente ha cambiado algo? Mientras algunos voceros del gobierno actual se empeñan en pregonar una ruptura con el pasado, las señales apuntan a un cambio meramente "gatopardiano". Los casos de corrupción que salpican a figuras de la 4T, sus ostentaciones de influencias y lujos, son un déjà vu. No son errores aislados, sino síntomas de un sistema que se resiste a la verdadera transformación. Las justificaciones, las acusaciones de conspiraciones imperialistas y de campañas de desprestigio orquestadas por conservadores, suenan a excusas gastadas. El intento de minimizar las revelaciones sobre estancias en hoteles de lujo, viajes en primera clase, cenas en restaurantes exclusivos y compras en tiendas de marcas internacionales, como si fueran simples "placeres culposos", resulta poco convincente. Estos comportamientos no son pecadillos, sino reflejos de una nueva élite que ha accedido al poder y disfruta de sus prebendas.
La necesidad de viajar en aviones privados, de desplazarse en vehículos blindados, de frecuentar los mismos restaurantes que antes visitaban sus predecesores, desmiente el discurso de la austeridad y la transformación. Si bien es cierto que existen institutos de formación política con la participación de izquierdistas latinoamericanos y que hay manifestaciones de ideas revolucionarias, también es cierto que experiencias similares existieron durante el PRI de los setenta y ochenta, la cuna política de muchos de los que hoy se autoproclaman agentes del cambio. ¿No será que estamos presenciando una simple reconfiguración del escenario político, con nuevos actores interpretando los mismos papeles? La historia, como las paredes de esos restaurantes, tiene memoria. Y en sus muros, junto a las fotografías de los poderosos de ayer y de hoy, se inscribe la pregunta crucial: ¿cambio o continuidad? El tiempo, implacable juez, tendrá la última palabra.
Fuente: El Heraldo de México