
11 de agosto de 2025 a las 10:25
Descubre la magia de Zapata
La figura de Emiliano Zapata, a quien conmemoramos cada 8 de agosto, trasciende la simple efeméride. Su lucha, profundamente arraigada en la defensa de los derechos comunitarios, resuena con fuerza en nuestros tiempos, recordándonos la importancia de la justicia social y la equidad. Anenecuilco, su pueblo natal, lo eligió como su voz y defensor ante la voracidad de los hacendados porfiristas. Su liderazgo no nació de la ambición personal, sino de la necesidad imperante de un pueblo por recuperar lo que le pertenecía: la tierra.
La adhesión inicial de Zapata a Madero, motivada por la promesa de restitución de tierras plasmada en el Plan de San Luis, pronto se transformó en desencanto. La inacción del gobierno maderista y su exigencia de rendición incondicional sembraron la desconfianza en Zapata y sus seguidores, quienes comprendieron que la verdadera transformación no vendría de las altas esferas del poder. Esta desilusión marcó el inicio de una lucha inclaudicable, no solo contra Madero, sino también contra Huerta y Carranza, todos representando un sistema que perpetuaba la desigualdad.
La Revolución Mexicana, con sus complejidades y contradicciones, ofreció momentos de esperanza. Tras la derrota de Huerta, los ejércitos campesinos, con Zapata a la cabeza, lograron controlar una parte significativa del territorio nacional, abriendo paso al efímero gobierno de la Soberana Convención Revolucionaria de Aguascalientes. Este periodo, aunque breve, permitió vislumbrar la utopía de una república comunitaria en Morelos. El poder se descentralizó, retornando a los municipios, mientras que las Comisiones Agrarias, con el invaluable apoyo de los estudiantes de la Escuela Nacional de Agricultura, se dedicaron a la titánica tarea de restaurar los linderos de los pueblos originarios, arrebatados por las haciendas.
La visión de Zapata no se limitaba a la restitución de la tierra. Comprendía la necesidad de reactivar la economía local y generar bienestar para su gente. Expropió haciendas y las transformó en fábricas nacionales, dando empleo a quienes antes eran explotados como peones. El ingenio azucarero volvió a funcionar, impulsando el mercado interno y demostrando que la justicia social no está reñida con el progreso económico. Incluso en medio de la convulsión revolucionaria, Zapata implementó medidas sociales como pensiones para viudas y enfermos, y comedores públicos, demostrando su profunda preocupación por el bienestar de los más vulnerables.
La imagen de Zapata atendiendo las peticiones de su pueblo en un antiguo molino de arroz, como relata John Womack, nos habla de un líder cercano a su gente, un hombre que escuchaba y atendía las necesidades de quienes representaba. Su legado no se limita a un pasado glorioso, sino que se proyecta hacia el futuro, inspirando las luchas contemporáneas por la justicia social y la equidad. Emiliano Zapata, el caudillo del sur, sigue siendo un símbolo de resistencia y esperanza para quienes luchan por un mundo más justo. Su ejemplo nos recuerda que la transformación social es posible cuando la voluntad del pueblo se une en la defensa de sus derechos. Y que la tierra, fuente de vida y sustento, debe estar al servicio de quienes la trabajan, no de quienes la acaparan.
Fuente: El Heraldo de México