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11 de agosto de 2025 a las 17:50

Canguro drama: ¿Hambre o actuación?

El astuto marsupial, digno de un Oscar a la mejor interpretación dramática, desplegó todo su arsenal actoral para conmover a los desprevenidos turistas. Imaginen la escena: un canguro, aparentemente al borde del colapso, yace en el suelo, respirando con dificultad, los ojos entrecerrados como si viera la luz al final del túnel. Un grupo de turistas, conmovidos por el aparente sufrimiento del animal, se arremolina a su alrededor, ofreciendo bocadillos y caricias, creyendo ingenuamente que están aliviando el dolor del pobre marsupial. ¡Qué tierno!, pensarían. ¡Qué noble gesto el nuestro!, se dirían. Pero detrás de esa fachada de debilidad se escondía una mente maestra, una astuta estrategia para obtener un festín sin esfuerzo. El canguro, cual consumado artista del engaño, había montado toda una escena para aprovecharse de la bondad humana.

Este episodio, que se ha viralizado en redes sociales, nos invita a reflexionar sobre la compleja relación entre humanos y animales en el contexto del turismo de naturaleza. La creciente interacción entre ambas partes, si bien puede ser enriquecedora, también presenta desafíos. El caso del canguro "actor" ilustra cómo algunas especies, con una inteligencia sorprendente, aprenden a manipular las situaciones a su favor, aprovechando la predisposición de los humanos a interactuar con la fauna.

No se trata de un caso aislado. Expertos en comportamiento animal han documentado conductas similares en otras especies, desde aves que fingen tener un ala rota para distraer a los depredadores de sus nidos, hasta simios que utilizan herramientas para obtener alimento, pasando por mapaches que abren cubos de basura con una destreza asombrosa. Estos ejemplos evidencian la capacidad de adaptación de la fauna a un entorno cada vez más humanizado.

La pregunta que surge es: ¿hasta qué punto esta interacción es beneficiosa? Si bien alimentar a un animal aparentemente en apuros puede parecer un acto de compasión, a largo plazo puede tener consecuencias negativas. Al proporcionar alimento de forma artificial, se altera el equilibrio natural del ecosistema, se fomenta la dependencia de los animales hacia los humanos y se aumenta el riesgo de conflictos. Además, la comida humana no siempre es adecuada para la dieta de los animales salvajes, pudiendo causar problemas de salud.

Es fundamental, por tanto, promover un turismo responsable y respetuoso con la vida silvestre. Informar a los visitantes sobre la importancia de no alimentar a los animales, mantener una distancia prudencial y observarlos sin interferir en su comportamiento natural es crucial para la conservación de la biodiversidad. El fascinante mundo animal debe ser admirado y protegido, no manipulado ni convertido en un espectáculo para nuestro entretenimiento. El canguro actor, sin saberlo, nos ha dado una valiosa lección: la naturaleza es sabia y compleja, y nuestra interacción con ella debe ser consciente y responsable.

Fuente: El Heraldo de México