La furia de la naturaleza se desató esta tarde sobre la Ciudad de México, pintando un escenario apocalíptico con pinceladas de agua, granizo y electricidad. Un manto gris y amenazante cubrió el cielo capitalino, anunciando la inminente llegada de una tormenta que pondría a prueba la resistencia de la metrópoli. Azcapotzalco, Cuauhtémoc y Miguel Hidalgo, alcaldías ubicadas en el corazón de la ciudad, se convirtieron en el epicentro de este fenómeno meteorológico, llevando a las autoridades a declarar la alerta roja, el máximo nivel de alerta.

La Secretaría de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil, vigilante ante la evolución de la tormenta, no tardó en emitir recomendaciones a la población. La prioridad: la seguridad de los ciudadanos. A quienes se encontraban en zonas vulnerables a inundaciones, se les instó a proteger sus documentos importantes en bolsas de plástico, una medida sencilla pero crucial para salvaguardar pertenencias irremplazables. Despejar las coladeras, una tarea a menudo olvidada, se convirtió en una acción vital para evitar la acumulación de agua y los consecuentes encharcamientos. Cerrar puertas y ventanas, un acto reflejo ante la llegada de la lluvia, se transformó en una barrera de protección contra las inclemencias del tiempo.

Para aquellos que se vieron sorprendidos por la tormenta en la calle, las recomendaciones fueron aún más apremiantes. Evitar cruzar corrientes de agua, por pequeñas que parecieran, se convirtió en una regla de oro. Bajo la superficie, las coladeras abiertas acechaban como trampas invisibles, mientras que la fuerza del agua arrastraba objetos que podían causar lesiones. La precaución, en medio del caos, se erigió como la mejor aliada.

La magnitud de la tormenta quedó plasmada en un impactante video timelapse capturado desde la emblemática Torre Latinoamericana. Webcams de México, a través de su cuenta en X, compartió las imágenes que rápidamente se viralizaron en redes sociales. La impresionante nube, como un coloso oscuro, se cernía sobre la ciudad, descargando miles de litros de agua sin cesar. El espectáculo, a pesar de su fuerza destructiva, poseía una belleza hipnótica, un recordatorio del poderío de la naturaleza.

Las autoridades se mantienen en alerta máxima, monitoreando la evolución de la tormenta y preparadas para actuar ante cualquier contingencia. La solidaridad entre vecinos se ha hecho presente, compartiendo información y ofreciendo ayuda a quienes más lo necesitan. La Ciudad de México, una vez más, demuestra su resiliencia ante la adversidad, unida en la esperanza de que la calma regrese pronto. Mientras tanto, la lluvia sigue cayendo, un recordatorio constante de la fuerza impredecible de la naturaleza. La pregunta que queda en el aire es: ¿cuándo cesará esta furia desatada? Solo el tiempo lo dirá. Por ahora, la prioridad sigue siendo la seguridad de todos los habitantes de esta vibrante metrópoli.