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10 de agosto de 2025 a las 06:55
Familias y Mascotas Desamparadas
La angustia se dibuja en sus ojos, un reflejo del abandono repentino. Ladridos que se convierten en súplicas silenciosas, maullidos que buscan una caricia ausente. En los refugios del condado de Los Ángeles, una tragedia silenciosa se desarrolla paralelamente al drama de la inmigración: decenas de mascotas, leales compañeros de familias migrantes, se encuentran ahora solos, desamparados, tras la detención o deportación de sus dueños. Veintiocho animales, 22 perros y seis gatos, han ingresado en menos de dos meses, un número que golpea y que revela una cara oculta del impacto de las redadas migratorias.
Imaginen la escena: llegan confundidos, buscando el olor familiar, el sonido de la voz que los llamaba por su nombre. No entienden la ausencia, la repentina soledad. En el refugio de Downey, entre ladridos y maullidos, la incertidumbre marca sus días. Una espera indefinida, una esperanza que se desvanece con cada hora que pasa. Trece de ellos han tenido la fortuna de encontrar un nuevo hogar, un nuevo comienzo. Pero el resto, ¿qué será de ellos? Sus miradas, cargadas de preguntas sin respuesta, interpelan nuestra conciencia.
Las cifras son alarmantes. Cerca de 355 connacionales detenidos en los últimos meses, 67 mil deportados a Tijuana. Y con cada deportación, con cada detención, la posibilidad de una mascota abandonada, de un vínculo roto. Las políticas migratorias, más allá de las cifras y los discursos, tienen consecuencias devastadoras que se extienden a las vidas de estos seres inocentes.
Las autoridades del Departamento de Cuidado y Control de Animales no solo rescatan, también previenen. Su mensaje es claro: la planificación es crucial. Instan a las familias migrantes a establecer un plan de respaldo, a designar un amigo, un familiar, alguien que pueda hacerse cargo de sus mascotas en caso de una eventualidad. Un acto de amor y responsabilidad que puede evitar el sufrimiento tanto para las familias como para sus animales de compañía.
Cada animal que ingresa al sistema recibe atención veterinaria completa. Vacunas, desparasitación, y si es necesario, esterilización. Un proceso que busca garantizar su bienestar, prepararlos para una nueva vida, una nueva oportunidad. Porque la desintegración familiar no solo afecta a las personas, también rompe el lazo con los animales, que, ajenos a las complejidades de las leyes migratorias, pierden a sus cuidadores, su hogar, su mundo.
Esta realidad, a menudo invisible, nos llama a la acción. No podemos ser indiferentes al sufrimiento de estos animales. Adoptar una mascota rescatada es un acto de compasión, una forma de brindarles una segunda oportunidad, de llenar el vacío dejado por la separación. Informarse, difundir la problemática, apoyar a las organizaciones que trabajan en el rescate y cuidado de estos animales, son acciones que, aunque pequeñas, pueden marcar la diferencia. Porque en la lucha por los derechos y el bienestar, ninguna vida, humana o animal, debe ser olvidada. La solidaridad, la empatía, la responsabilidad, son valores que nos definen como sociedad y que deben guiar nuestras acciones en momentos de crisis. La historia de estas mascotas abandonadas es un llamado a la reflexión, una invitación a construir un mundo más justo y compasivo para todos.
Fuente: El Heraldo de México