
11 de agosto de 2025 a las 02:20
Alerta: Chikungunya infecta a miles en China
El espectro del chikungunya, una palabra que evoca el sufrimiento en la lengua makonde de Tanzania, se cierne sobre China. Más de 7.000 personas han sucumbido a los abrazos dolorosos de esta enfermedad viral, una cifra que ha encendido las alarmas de las autoridades sanitarias. Su rápida propagación en un territorio poco acostumbrado a su presencia la convierte en un foco de preocupación e investigación. Asia, un continente donde el chikungunya no es endémico, observa con cautela la evolución de este brote, mientras que África y América Latina, con la excepción de Chile y Uruguay, ya conocen de cerca el embate de esta enfermedad.
El chikungunya no es un enemigo silencioso. Se anuncia con una fiebre repentina, un grito de guerra que precede a la llegada de dolores articulares intensos, capaces de postrar a la persona afectada. Estos dolores, a veces debilitantes, pueden ser efímeros, durando apenas unos días, o convertirse en una sombra persistente que se extiende por semanas, meses, incluso años. A este cuadro se suman otros síntomas: la inflamación de las articulaciones, un recordatorio constante del ataque viral; dolores musculares que restringen el movimiento; cefaleas que nublan la mente; náuseas que revuelven el estómago; un cansancio profundo que agota las fuerzas; y erupciones cutáneas que marcan la piel. Un conjunto de síntomas que convierten la vida cotidiana en un desafío.
Ante este panorama desolador, surge la pregunta: ¿Es el chikungunya una sentencia de muerte? Afortunadamente, en la mayoría de los casos, la respuesta es no. El paso del tiempo y la administración de analgésicos comunes, como el paracetamol o acetaminofén, junto con una abundante hidratación, suelen ser suficientes para aliviar los síntomas y permitir la recuperación. La Organización Panamericana de la Salud nos tranquiliza afirmando que la mayoría de los pacientes mejoran con estos cuidados básicos.
Sin embargo, la prudencia es necesaria. Si bien los casos fatales son infrecuentes, existen. Y suelen estar ligados a la presencia de otras enfermedades preexistentes, las llamadas comorbilidades. Las personas con un sistema inmunológico comprometido, o en los extremos de la vida, son las más vulnerables a desarrollar complicaciones graves e incluso fallecer a causa del chikungunya. Es en estos grupos donde la vigilancia médica debe ser más estrecha y los cuidados más intensivos.
Una preocupación recurrente en las mujeres embarazadas es la posibilidad de transmitir la enfermedad al feto. Afortunadamente, la transmisión vertical del virus durante la gestación es poco común. No obstante, existe un pequeño riesgo de contagio durante el parto si la madre presenta fiebre en los días previos o durante el alumbramiento. Por ello, el seguimiento médico durante el embarazo y el parto es crucial para proteger tanto a la madre como al recién nacido.
Una vez superada la enfermedad, el cuerpo desarrolla una inmunidad robusta, que en la mayoría de los casos, es de por vida. Quienes han padecido chikungunya una o dos veces, rara vez vuelven a contraer la enfermedad. Este escudo protector natural ofrece tranquilidad y esperanza a quienes han experimentado los rigores de esta infección. Es la promesa de un futuro libre del dolor y la incapacidad que el chikungunya impone. La batalla contra el virus, aunque dolorosa, puede ser ganada, dejando tras de sí una fortaleza inmunológica que protege de futuros ataques.
Fuente: El Heraldo de México