
9 de agosto de 2025 a las 17:20
La triste historia de Fernandito
La tragedia que envuelve a Fernandito, un niño arrebatado de la vida por una deuda de apenas mil pesos, ha conmocionado a la sociedad. La historia de Marcelina, su madre, una mujer con discapacidad en el habla que lucha contra el dolor y la impotencia, nos interpela a todos. Su clamor por justicia, expresado con dificultad el 7 de agosto, tras la detención de los presuntos responsables, resuena en cada corazón: "Que no se quede esto así. Que caiga el peso de la ley a ellos. Quisiera que se haga justicia por mi niño, es lo único que yo quiero".
El ingreso de los tres prestamistas al penal Neza-Bordo, el mismo día en que Marcelina alzaba su voz, marca el inicio de un proceso judicial que debe esclarecer los hechos y castigar a los culpables. La audiencia celebrada el viernes 7 de agosto es un primer paso, pero el camino hacia la justicia es largo y tortuoso. La deuda impagable, la discapacidad de Marcelina que le impedía comunicarse con fluidez y defender sus derechos, el secuestro de su hijo como forma de presión, son elementos que dibujan un escenario de extrema vulnerabilidad y desamparo.
El relato de los vecinos, especialmente el de Karen, quien presenció el sufrimiento de Fernandito, añade otra capa de dolor a esta historia. Sus palabras describen un calvario de maltratos y humillaciones: "Aquí lo maltrataban mucho, las personas que lo tenían aquí lo maltrataban, le pegaban, haga de cuenta que lo trataban como a un perro, lo tenían amarrado y la comida se la aventaban al piso, luego lo bañaban en los lavaderos con agua fría". Un testimonio que estremece y nos obliga a reflexionar sobre la crueldad que puede anidar en el ser humano.
Pero la tragedia de Fernandito no se limita a los días que pasó en cautiverio. El testimonio de Karen revela una historia previa de sufrimiento, de hambre y maltrato en su propio hogar. "No le daban de comer al niño, luego el niño iba y nos decía que si le regalábamos un taco porque su padrastro también le pegaba, como él es alcohólico, pues también le pegaba al niño". Un contexto de violencia doméstica que agrava aún más la situación y nos obliga a cuestionar la red de protección que debería existir para los niños en situación de vulnerabilidad.
El caso de Fernandito nos interpela como sociedad. Nos obliga a mirar de frente la realidad de la pobreza, la usura, la violencia y la falta de acceso a la justicia. Nos exige redoblar esfuerzos para proteger a los más vulnerables y garantizar que ninguna otra madre tenga que sufrir la pérdida de un hijo en circunstancias tan dolorosas. La justicia para Fernandito no solo implica el castigo para los responsables de su muerte, sino también la construcción de un sistema que proteja a la infancia y garantice sus derechos fundamentales. El grito de Marcelina debe ser un llamado a la acción, una exigencia de justicia y un compromiso para construir un futuro donde la vida de ningún niño esté en peligro por una deuda de mil pesos. ¿Qué estamos haciendo para que esto no vuelva a suceder? ¿Cómo podemos contribuir a la construcción de una sociedad más justa e igualitaria para todos? Estas son las preguntas que debemos hacernos y responder con acciones concretas.
Fuente: El Heraldo de México